¿La década ganada?
'A veces los árboles no dejan ver el bosque', afirma con razón un dicho de la sabiduría popular. Quizás por ello a los latinoamericanos, incluyendo a los colombianos, nos cuesta en ocasiones mirar las cosas en conjunto y analizar tanto la marcha como las posibilidades de una región que, en medio de sus inmensas dificultades, va hacia adelante.
No obstante, hay perspectivas más amplias que vale la pena tener en cuenta. Ese es el caso de un libro que acaba de ser publicado por Luis Alberto Moreno, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo y que ha sido reseñado por la prensa de varias capitales del hemisferio y de fuera de él.
Con el título La década de América Latina y el Caribe, una oportunidad real, el texto escrito por el ex ministro colombiano plantea que el período que acaba de comenzar es especialmente propicio para que los 600 millones de personas que habitan en esta parte del mundo logren mejorar de manera significativa su calidad de vida.
Las bases de dicho argumento son varias. De un lado, la pobreza, que en 1990 afectaba a uno de cada dos habitantes de la región, ahora cubre a uno de cada tres. Tan solo entre el 2002 y el 2010, 42 millones salieron de esa categoría y engrosaron las filas de la clase media.
Al mismo tiempo, las economías del área lograron remontar con éxito el fuerte oleaje de la crisis internacional de hace un par de años y hoy crecen vigorosamente, luego de haber evitado un alza del desempleo y mantenido la inflación a raya. En general, las instituciones son mejores y la democracia está más consolidada, más allá de casos puntuales y conocidos, que son motivo de preocupación.
En materia empresarial, es notorio el despegue de las llamadas 'multilatinas', nombre que reciben las compañías que hacen presencia en varias naciones de la zona o que han dado el salto a otras latitudes. También hay que destacar la evolución del comercio intrarregional, gracias a la presencia de diversos acuerdos de integración.
Por otra parte, hay un viento a favor, que sopla desde el Asia y se ha traducido en una mayor demanda de las materias primas que existen en buena parte de Latinoamérica.
Ese cambio estructural en las fuentes de crecimiento en el mundo debería beneficiar a los países que son ricos en hidrocarburos y otros minerales, así como a aquellos que cuentan con extensiones de tierra para ser cultivadas.
Todo lo anterior, sostiene Moreno, no debería ser motivo de celebración, sino de preparación y de toma de decisiones. En otras palabras, es necesario mirar en forma descarnada la realidad latinoamericana, pues, al tiempo que las posibilidades existen, los obstáculos son grandes.
De tal manera, la baja productividad, la pobre infraestructura, la escasa capacidad de innovación, la inmensa desigualdad social, la gran informalidad, el azote de la criminalidad y los retos que plantean el cambio climático y los desastres naturales son algunos de los elementos que pueden impedir que las oportunidades se concreten.
Dicha reflexión debería tener eco en Colombia, que sin duda tiene mucho que ganar en el nuevo ámbito global, pero que requiere hacer la tarea para poder encaramarse al tren del desarrollo.
En tal sentido, resulta alentador que el país haya comenzado la larga lista de reformas que tiene pendiente, mientras combate la inseguridad y la corrupción. Pero los obstáculos que todavía persisten en múltiples terrenos como los anotados deben ser derrotados con persistencia, para que ese horizonte promisorio que hoy se divisa en América Latina -que hace 30 años comenzó a vivir su 'década perdida'- acabe convirtiéndose en realidad.
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