viernes, 22 de junio de 2007

ENTREVISTA AL MEDICO Y PSICOANALISTA JULIO MORENO. TEMA: LOS NIÑOS ACTUALES: UNA ALIANZA CON LOS MEDIOS INFORMATICOS

Julio Moreno es doctor en Medicina, psicoanalista, miembro titular y secretario científico de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires. Ha sido becario y miembro de la carrera de Investigador Científico del Conicet, y realizó parte de su formación posdoctoral en el departamento de Fisiología de la UCLA, en Los Ángeles. Entre sus escritos se destaca el libro Ser humano, de reciente aparición, que próximamente se editará en italiano.


En esta entrevista para educ.ar habla de la infancia de hoy, marcada tanto por la revolución mediática e informática y la virtualidad cultural como por la caída del ideal de progreso de la edad moderna que –entre otras cosas– sostenía el paradigma de “cada cosa a su edad”.


“No es cuestión de quedarse de brazos cruzados frente a todo lo que pasa. Hay que saber verlo para actuar no en contra de las tendencias sino desbrozando cuidadosamente lo perverso de lo novedoso, lo obstaculizante de lo creativo”, señala.


—En su libro Ser humano Ud. toma distintos enfoques: el psicoanálisis, la biología, la física, la antropología e incluso la filosofía y la historia. ¿Coincide con Elizabeth Roudinesco, que sostiene que la infancia se inventó a fines del siglo XVII?


—La subjetividad de un niño surge de una compleja interacción entre su cuerpo biológico y los discursos que reglamentan las relaciones del medio en el que habita. Es importante distinguir “infancia” de “niño”. Infancia es el conjunto de intervenciones institucionales que, actuando sobre el niño “real” –podríamos llamarlo el párvulo– y su familia producen lo que cada sociedad llama niño. De modo que niño es el producto de los efectos de la infancia sobre una materialidad biológica. Eso explica que, como comento en el libro al que hizo referencia, los niños producidos en épocas con diferente concepto de infancia, difieren. Yo no considero estrictamente cierto que la infancia “se inventó” en el siglo XVII, pero sí la infancia que conocimos a principios del siglo pasado, la que encontró Freud. Cada época tuvo su infancia y cada cultura la tiene. No son inventos. Se trata de que los niños son particularmente (hasta neurobiológicamente) maleables, conformables de acuerdo a las pautas y las creencias que sobre ellos se tienen. En el siglo XVII florecieron las pautas de la modernidad, la infancia de la modernidad y –lógicamente– el niño de la modernidad. Pero no se inventaron. Se transformaron de acuerdo con las expectativas vigentes.


—Si siempre han existido variaciones en el concepto de infancia y en los niños que cada infancia genera, ¿cómo caracterizaría estas variaciones a lo largo de la historia?


—Esta pregunta me interesa y es muy actual por lo siguiente: las variaciones en el concepto de infancia y en los niños hasta hace poco eran relativamente lentas. Es decir, tardaban varias generaciones en hacerse evidentes. De modo que las creencias que una generación tenía sobre la infancia podían ser tomadas como invariantes para esa generación. En la actualidad, en cambio, una serie de evidencias indican que las prácticas relacionadas con lo infantil están variando a una velocidad sin precedentes: la nuestra sería la primera generación atravesada por más de un concepto de infancia. Es evidente entonces lo inapropiado y anacrónico que resulta considerar hoy la infancia como una invariante. Hacia fines del siglo XVII se afianzó la creencia moderna sobre la infancia (algo que ya había comenzado). El infante era un ser inocente, como un receptáculo dispuesto a ser formado o más bien rellenado por contenidos apropiados, y requería por ello un trato especial. Apareció la escuela tal como la conocemos, los juegos didácticos, la literatura infantil, las diferencias marcadas entre chicos de diversas edades, con ropa, chiches, cuentos para cada edad. El niño debía formarse bien, y recibir a cada edad una dosis justa de “poción” educativa… Ese es el niño con el que se encontró Freud, pero de ninguna manera podríamos decir que ese es “el niño” verdadero y mucho menos que es una constante. Esto es particularmente importante hoy porque los conceptos de infancia y de niño en la actualidad están cambiando de modo más acelerado que nunca. Y esto genera muchísima inquietud en nuestra sociedad.


Para decirlo a muy grandes rasgos, ya que es lo que analizo en cierto detalle en el capítulo 8 del libro al que Ud. hacía referencia: en nuestra sociedad occidental, en el medioevo, no existía el concepto de infancia como una etapa diferenciada, con características propias. El niño era como una breva, y había que esperar que madurara para ser un humano, y “humano” era un ser de la única edad importante: un adulto (preferiblemente varón) maduro. Mientras tanto, los niños no tenían existencia diferencial. Por ejemplo, no se los enterraba, se creía que no tenían alma, no se los representaba pictográfica ni literalmente (habrán notado que la iconografía medieval, cuando por razones religiosas debía representar al niño Jesús, lo presentaba como a un pequeño adulto, un hombrecito que no mira ni toca a su madre; además, en las biografías solía saltearse esa edad molesta). El niño no era lo que se llamó después inocente, ni no inocente, pues no contaban con el concepto de “inocencia”. Poco a poco, por diversas razones, en la modernidad, el niño fue apareciendo como un ser especial, a cuidar y corregir para ser transformado en un adulto adecuado o perfecto. Por ello, en esa época se les recomendó (en verdad se les exigió) a los padres educarlo, a veces de modos rigurosísimos, para transformarlo en alguien sin defectos, en un adulto adecuado. La perfección, el “mundo perfecto” no era divino, como en el medioevo. El nuevo proyecto fue transformar al futuro humano en un habitante perfecto de ese mundo perfecto. El niño se consideraba –ahora sí– un ser inocente, sin malos pensamientos, pero ante todo como un proyecto futuro, todo debía hacerse “para su bien”, pero ese bien no era su felicidad sino el ser en un futuro un humano probo. Cuando aparecían maldades o defectos, estos eran considerados culpa de la influencia de los adultos. Hubo una primerísima época del pensamiento freudiano, que suele conocerse como la “teoría de la seducción”, que enunciaba esa teoría con todas las letras: la sexualidad y la perversión eran introducidas por adultos en el alma virgen y pura de los niños. Y la Iglesia y el Estado –a través de la familia– se encargaban de bregar porque esa intromisión no fuera desviada.


Finalmente, más o menos desde la primera mitad de este siglo, todo este panorama cambió: el niño hoy no se concibe como inocente y lo que se nota es que todos los intentos de las instituciones para “corregir” los desvíos que pudieran “contaminar” el alma infantil, tal como se lo concebía en la modernidad, fracasan. Fracasan sin cesar, eso es lo que distingue a nuestra época. Los niños pueden drogarse, matar, robar, ver sitios, revistas o películas “xxx” más o menos cuando quieren. El niño está en contacto casi directo con los medios, con los que se lleva muy bien, muchas veces mejor que con los adultos. Los medios han advertido que el niño es un vehículo especialmente adecuado para introducirse en el mercado y en la vida humana. Los videojuegos que apasionan tanto a los niños pueden considerarse un entrenamiento para ello. Un niño me decía que era una pena que un personaje inventado por nosotros en el consultorio “no existiera”. “Existir”, para él era existir en la tele. Entonces el niño actual ha perdido, si se quiere, la especificidad que tenía en la modernidad. Hay un programa de TV que se llama Agrandaditos que juega con esta idea, como cuestionando aquella división tajante de la modernidad. “¿Cómo andá’ flaco, ¢ta jodida la mano, no?, ¿viste qué buena está la Pampita?”, puede decir un niño de 5 años. Y eso causa mucha gracia, en parte porque expresa la caída del paradigma moderno de “cada cosa a su edad”.


—A lo largo del tiempo han cambiado las tendencias en cuanto a la crianza; por ejemplo: hemos pasado de la permisividad del Dr. Benjamín Spock al autoritarismo y otras... Hoy ¿dónde estamos parados?


—La pregunta es muy buena y me gustaría tener una respuesta clara o precisa para responderle. Pero no la tengo. Está claro que ni el autoritarismo ni la permisividad conducen a buen puerto. Yo creo que estamos en una situación crítica porque los niños ya no dependen, del modo como lo hicieron en la modernidad, enteramente de su familia. Ya desde muy chiquitos comienzan a interactuar con el medio (ambiente) y con los medios (informáticos), desde los primeros meses. Pero, además, los padres no son como antes investidos o pensados por los niños como esos seres que saben acerca del mundo, de sus interrogantes e incluso de su futuro (lo que en algún momento consideré la base de lo que llamé “discurso infantil”, el que reglamentaba la relación parento-filial), lo cual hace más complicada la interacción. Yo diría que estamos en un punto intermedio en cuanto a la intervención de los adultos en la vida de los chicos, y que cada vez más se inserta en esa dupla la presencia de los medios. Lo que yo recomiendo a los padres cuando me lo preguntan es actuar sin demasiado libreto, estar cerca pero no “encima”, y particularmente les recomiendo a los padres hacer lo posible por estar al tanto de las novedades que surgen en los medios. No hay peor cosa que considerar que los elementos novedosos son descartables. Conviene que los padres sepan qué son las cartas nuevas (por ejemplo las Magic), los juegos electrónicos nuevos (por ejemplo el Counter Strike), la música nueva (por ejemplo la de los nuevos DJ que mezclan música electrónica)…, y si les resulta difícil, les aconsejo que les pregunten con sinceridad a sus hijos qué es eso, que les pidan instrucciones para entender.


Los medios y las tendencias “naturales” tienden a que el gap entre generaciones se amplíe, que los adultos no sepan nada de aquello que apasiona a los chicos (incluso, como digo en el libro, creo que esto es una estrategia de las compañías que venden productos infantiles), y eso es muy peligroso. Ojo, no digo que los padres deban invadir el territorio privado de los niños, ni transformarse en “pendeviejos” que van a los recitales, se “empastillan” o se vuelven fans de los videojuegos para estar con sus críos. Hablo de una cierta naturalidad al hablar con ellos de esos temas, que no den por sentado que son cosas de pibes que no tienen nada que ver con ellos.


— ¿Podría darnos algunos ejemplos concretos de las nuevas prácticas de crianza que genera la cultura actual, y en qué forma afectan la subjetividad del niño? Y, particularmente, ¿cuál es efecto de la aparición de la red y las TIC en la producción del niño actual del que Ud. habla?


—Toda práctica afecta la subjetividad, y las prácticas de crianza lo hacen con particular eficacia. Además, las nuevas prácticas de crianza varían incesantemente. La intervención de ámbitos extrafamiliares es cada vez más precoz. Varios prestigiosos colegios han inaugurado salas de 18 meses (apenas los críos saben caminar) para el ingreso precoz de niños (recordemos que hace apenas 40 años la edad de ingreso era entre 5 a 7 años). La intromisión de la “tele” y de la “compu” en los hogares o en el barrio es imparable, y una vez que “eso” ingresa se rompe lo que solía ser un mundo un tanto cerrado del círculo padres-niño. Fíjense lo rápido que ingresa el chat en las casas o en los locutorios. Y cuando un usuario ingresa al chat, introduce un registro imparable en una conversación que no ha visto empezar, que no verá acabar y en la que no tiene por qué contactarse ni conocer la presencia de nadie, ni nadie de conocerlo a él. Una conversación, una vitalidad cultural y expresiva cuyo final no puede ni siquiera intuirse y cuyo inicio resulta indescifrable. Virtualidad cultural que, aunque dependa en cierto modo de ellos, es ajena a las particularidades de los individuos. Se forma así una suerte de cuerpo –ese chat– que tiene una existencia propia, como una ciudad con barrios sin localidad alguna, habitado por una comunidad imaginaria de moradores fugaces provenientes de orígenes remotos y diversos. Esa comunidad no tiene nada que ver con la familia, ni con el barrio que solimos conocer. Además en el ciberespacio es posible que cada quien no sea definido por su yo, ni por su referencia corpórea. Cada quien puede ser varios. Con diversos nicknames y hasta con diverso género. Desde la visión moderna de persona madura, como un Uno coherente, podría entenderse que se trata simplemente de un recreo o de una suerte de pérdida de tiempo que podría ser invertido en actividades lucrativas o tendientes a “formar” a alguien según un “proyecto”. Sin embargo, en estos tiempos el chat aparece como un espacio sustitutivo y aparentemente necesario en el que los usuarios juegan con facetas de su personalidad. Juego que no rara vez aparta al usuario del contacto social “directo”, pero que en realidad lo sumerge en otro tipo de contacto que tiene un costado creativo propio. Es un juego en el que juegan personajes con roles construidos mediante la acumulación escénica de características cuyo objetivo es la verosimilitud. En ese medio suele verse brotar constantemente –y muchas veces sin consecuencias evidentes– que, además de ser a veces notablemente creativos, conllevan la característica evanescente y la fugacidad de la conexión y las figuraciones fluidas. La edad de ingreso al chat ya no es de adolescentes maduros, está disminuyendo día a día.


Pero debo insistir en que todo esto es imparable. Sería ridículo y contraproducente aislar o prohibir este tipo de posibilidades a los niños. Es más, yo creo que constituyen un verdadero aprendizaje para lo que serán las futuras tecnologías. Se calcula que en unos 10 o 20 años todos los oficios se podrán aprender en “simulators” (como los flight simulators) y que las comunicaciones en Red sustituirán más y más a los “encuentros de negocios”. En ese sentido los niños, jugando, van aprendiendo a vivir en un mundo que es el que les va a tocar. Es un entrenamiento para la realidad virtual que seguramente habitaremos. ¿Podríamos oponernos a eso? No, lo mejor es acompañarlos para evitar que se pierdan por ahí.


— ¿Cómo se traduce la influencia que las nuevas formas de conexión en red ejercen sobre las estructuras cognitivas del niño actual?


—Creo que definitiva e inevitablemente las afectan. Es un modo en que los humanos contemporáneos estamos –queriéndolo o no– “preparando” o “formando” a los sujetos del futuro. Que eso esté “bien” o “mal” o que a cada quien le guste o no es otra cosa. Por ejemplo, si se tiene a mano internet, averiguar un dato sobre Nigeria o sobre cómo se deben cultivar las amapolas en una enciclopedia es hoy una antigüedad. Uno cliquea Google-amapolas-cultivo, o Altavista-Nigeria-Geografía y se encuentra con toda la información que puede requerir. Lo mismo para el dibujo técnico.


Yo no veo que sea un inconveniente que los niños se familiaricen con ello. Lo que habría que tratar es que esos implementos técnicos no hagan daño o mella en lo que podríamos llamar “creatividad” o contacto interhumano. Y es cierto que hay veces en que sí hacen mella, que se presentan formaciones sintomáticas de niños retraídos o de personajes que evitan el contacto humano y se apoyan para ello en las nuevas formas de conexión en red.


A mí lo que me preocupa es que cada vez se prepara más a los niños para una enseñanza técnica, y menos en una educación integral, en una formación personal. Que cada vez prevalezca más “la máquina” como modelo sobre “el humano”. Pero la verdad es que no sé si, tal como están las cosas, eso es evitable. No creo que lo sea enseñando más latín, griego y sánscrito y menos 3Destudio, Fotoshop o Excel. Hay que buscar un equilibrio pero además saber que uno no tiene las cuerdas que manejarán el destino de nuestros hijos como si fuesen títeres.


Creo que eso en sí, y sobre todo si lo podemos trasmitir, ayudará. Como ayudará saber que el mundo tecnológico, tal como van las cosas, acabará con nuestros recursos y por destruir nuestro planeta.


—¿Cuál es el valor didáctico de los videojuegos y los juegos en red?


—Sin duda es enorme. Yo creo que los videojuegos son como prácticas de entrenamiento del niño futuro, como prácticas de la realidad virtual. Entrenamiento que ya da resultados. Pongan a un adulto y a un niño de 6 años frente a un aparato con botones y órdenes para ellos previamente desconocidas. Verán con seguridad que el adulto tarda en dominar la prueba (si es que llega a dominarla) muchísimo más que el niño. El asunto es que en un futuro no muy lejano todo será accionado y controlado de esa manera. Y además, a medida que lo es pierde ese sentido de “artificialidad” que por ahora tiene. En alguna época el teléfono o el reloj fueron máquinas sofisticadas, de difícil manejo. Hoy son como nuestros dedos. Las máquinas informáticas y la red seguramente serán como extensiones de nuestras manos. Es cierto que tendríamos que estar alertas para no perder el sentido que tiene lo cotidiano, las relaciones humanas, el trato directo con la materia, pero sin tener miedo a la tecnología.


— Los cambios de la cultura actual han puesto en el tapete ideas tales como que los chicos aprenden solos, espontáneamente, y lo atribuyen a la pérdida del valor de la trasmisión cultural, producto de que nuestras instituciones no pueden dar cuenta de los niños actuales. ¿Qué piensa Ud. al respecto?


—Me parece crucial y muy conveniente diferenciar entre lo que se podría llamar “aprendizaje” y “enseñanza”. El aprendizaje es perfectamente posible a través de una máquina, de un programa. La enseñanza requiere de algún tipo de intersubjetividad, de la presencia de al menos dos seres humanos. La relación típica de este último es la del maestro y el alumno, y en ella intervienen sutiles elementos como la identificación. Es uno de los modos en que el humano se diferencia del resto de los animales: en nuestra práctica de crianza, los humanos nos conformamos diferentes. Es por ello que los humanos provenientes de culturas diferentes somos diferentes, porque nos conformamos como aquellos que nos enseñan. Y esto incluye algo que va muchísimo más allá de una enseñanza tecnológica, nos conformamos como humanos, con escalas de cultura, con éticas y con valores particulares que, además, transferimos a nuestros hijos. Es por ello que lo humano adquiere esa característica plástica única. Los leones son siempre leones, las gaviotas siempre gaviotas. Todo en ellos depende de la potencialidad inscrita en su genoma. Pero en los humanos esa potencialidad es tan enorme que su conformación en la crianza y en la enseñanza es lo determinante.


—¿Qué lugar puede llegar a ocupar la escuela en este nuevo contexto?


—Y, debería tener un lugar crucial. Porque al abandonar o quedar de costado –como está quedando relativamente– la familia en esa cadena de transmisión o de conformación de humanos que es la crianza, la escuela es como un eslabón fundamental que está ubicado en el centro de la cuestión. Es ese, además, el ámbito en el que los niños están con sus pares, donde intercambian pautas, conductas, enseñanzas y aprendizajes, y debería ser donde ocurran imposiciones, inscripciones, implantaciones (la podemos llamar de cualquiera de los tres modos) que son cruciales, porque no se dan solas. Es por otro lado el lugar en el que sea cual sea la intervención del Estado en estas cuestiones está indicado que se dé. No es cuestión (respondiendo a la pregunta anterior) de quedarse de brazos cruzados frente a todo lo que pasa. Hay que saber verlo para actuar no en contra de las tendencias sino desbrozando cuidadosamente lo perverso de lo novedoso, lo obstaculizante de lo creativo.


Fecha: Octubre de 2004

ENTREVISTA AL MEDICO Y PSICOANALISTA JULIO MORENO. TEMA: LOS NIÑOS ACTUALES: UNA ALIANZA CON LOS MEDIOS INFORMATICOS

Julio Moreno es doctor en Medicina, psicoanalista, miembro titular y secretario científico de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires. Ha sido becario y miembro de la carrera de Investigador Científico del Conicet, y realizó parte de su formación posdoctoral en el departamento de Fisiología de la UCLA, en Los Ángeles. Entre sus escritos se destaca el libro Ser humano, de reciente aparición, que próximamente se editará en italiano.


En esta entrevista para educ.ar habla de la infancia de hoy, marcada tanto por la revolución mediática e informática y la virtualidad cultural como por la caída del ideal de progreso de la edad moderna que –entre otras cosas– sostenía el paradigma de “cada cosa a su edad”.


“No es cuestión de quedarse de brazos cruzados frente a todo lo que pasa. Hay que saber verlo para actuar no en contra de las tendencias sino desbrozando cuidadosamente lo perverso de lo novedoso, lo obstaculizante de lo creativo”, señala.


—En su libro Ser humano Ud. toma distintos enfoques: el psicoanálisis, la biología, la física, la antropología e incluso la filosofía y la historia. ¿Coincide con Elizabeth Roudinesco, que sostiene que la infancia se inventó a fines del siglo XVII?


—La subjetividad de un niño surge de una compleja interacción entre su cuerpo biológico y los discursos que reglamentan las relaciones del medio en el que habita. Es importante distinguir “infancia” de “niño”. Infancia es el conjunto de intervenciones institucionales que, actuando sobre el niño “real” –podríamos llamarlo el párvulo– y su familia producen lo que cada sociedad llama niño. De modo que niño es el producto de los efectos de la infancia sobre una materialidad biológica. Eso explica que, como comento en el libro al que hizo referencia, los niños producidos en épocas con diferente concepto de infancia, difieren. Yo no considero estrictamente cierto que la infancia “se inventó” en el siglo XVII, pero sí la infancia que conocimos a principios del siglo pasado, la que encontró Freud. Cada época tuvo su infancia y cada cultura la tiene. No son inventos. Se trata de que los niños son particularmente (hasta neurobiológicamente) maleables, conformables de acuerdo a las pautas y las creencias que sobre ellos se tienen. En el siglo XVII florecieron las pautas de la modernidad, la infancia de la modernidad y –lógicamente– el niño de la modernidad. Pero no se inventaron. Se transformaron de acuerdo con las expectativas vigentes.


—Si siempre han existido variaciones en el concepto de infancia y en los niños que cada infancia genera, ¿cómo caracterizaría estas variaciones a lo largo de la historia?


—Esta pregunta me interesa y es muy actual por lo siguiente: las variaciones en el concepto de infancia y en los niños hasta hace poco eran relativamente lentas. Es decir, tardaban varias generaciones en hacerse evidentes. De modo que las creencias que una generación tenía sobre la infancia podían ser tomadas como invariantes para esa generación. En la actualidad, en cambio, una serie de evidencias indican que las prácticas relacionadas con lo infantil están variando a una velocidad sin precedentes: la nuestra sería la primera generación atravesada por más de un concepto de infancia. Es evidente entonces lo inapropiado y anacrónico que resulta considerar hoy la infancia como una invariante. Hacia fines del siglo XVII se afianzó la creencia moderna sobre la infancia (algo que ya había comenzado). El infante era un ser inocente, como un receptáculo dispuesto a ser formado o más bien rellenado por contenidos apropiados, y requería por ello un trato especial. Apareció la escuela tal como la conocemos, los juegos didácticos, la literatura infantil, las diferencias marcadas entre chicos de diversas edades, con ropa, chiches, cuentos para cada edad. El niño debía formarse bien, y recibir a cada edad una dosis justa de “poción” educativa… Ese es el niño con el que se encontró Freud, pero de ninguna manera podríamos decir que ese es “el niño” verdadero y mucho menos que es una constante. Esto es particularmente importante hoy porque los conceptos de infancia y de niño en la actualidad están cambiando de modo más acelerado que nunca. Y esto genera muchísima inquietud en nuestra sociedad.


Para decirlo a muy grandes rasgos, ya que es lo que analizo en cierto detalle en el capítulo 8 del libro al que Ud. hacía referencia: en nuestra sociedad occidental, en el medioevo, no existía el concepto de infancia como una etapa diferenciada, con características propias. El niño era como una breva, y había que esperar que madurara para ser un humano, y “humano” era un ser de la única edad importante: un adulto (preferiblemente varón) maduro. Mientras tanto, los niños no tenían existencia diferencial. Por ejemplo, no se los enterraba, se creía que no tenían alma, no se los representaba pictográfica ni literalmente (habrán notado que la iconografía medieval, cuando por razones religiosas debía representar al niño Jesús, lo presentaba como a un pequeño adulto, un hombrecito que no mira ni toca a su madre; además, en las biografías solía saltearse esa edad molesta). El niño no era lo que se llamó después inocente, ni no inocente, pues no contaban con el concepto de “inocencia”. Poco a poco, por diversas razones, en la modernidad, el niño fue apareciendo como un ser especial, a cuidar y corregir para ser transformado en un adulto adecuado o perfecto. Por ello, en esa época se les recomendó (en verdad se les exigió) a los padres educarlo, a veces de modos rigurosísimos, para transformarlo en alguien sin defectos, en un adulto adecuado. La perfección, el “mundo perfecto” no era divino, como en el medioevo. El nuevo proyecto fue transformar al futuro humano en un habitante perfecto de ese mundo perfecto. El niño se consideraba –ahora sí– un ser inocente, sin malos pensamientos, pero ante todo como un proyecto futuro, todo debía hacerse “para su bien”, pero ese bien no era su felicidad sino el ser en un futuro un humano probo. Cuando aparecían maldades o defectos, estos eran considerados culpa de la influencia de los adultos. Hubo una primerísima época del pensamiento freudiano, que suele conocerse como la “teoría de la seducción”, que enunciaba esa teoría con todas las letras: la sexualidad y la perversión eran introducidas por adultos en el alma virgen y pura de los niños. Y la Iglesia y el Estado –a través de la familia– se encargaban de bregar porque esa intromisión no fuera desviada.


Finalmente, más o menos desde la primera mitad de este siglo, todo este panorama cambió: el niño hoy no se concibe como inocente y lo que se nota es que todos los intentos de las instituciones para “corregir” los desvíos que pudieran “contaminar” el alma infantil, tal como se lo concebía en la modernidad, fracasan. Fracasan sin cesar, eso es lo que distingue a nuestra época. Los niños pueden drogarse, matar, robar, ver sitios, revistas o películas “xxx” más o menos cuando quieren. El niño está en contacto casi directo con los medios, con los que se lleva muy bien, muchas veces mejor que con los adultos. Los medios han advertido que el niño es un vehículo especialmente adecuado para introducirse en el mercado y en la vida humana. Los videojuegos que apasionan tanto a los niños pueden considerarse un entrenamiento para ello. Un niño me decía que era una pena que un personaje inventado por nosotros en el consultorio “no existiera”. “Existir”, para él era existir en la tele. Entonces el niño actual ha perdido, si se quiere, la especificidad que tenía en la modernidad. Hay un programa de TV que se llama Agrandaditos que juega con esta idea, como cuestionando aquella división tajante de la modernidad. “¿Cómo andá’ flaco, ¢ta jodida la mano, no?, ¿viste qué buena está la Pampita?”, puede decir un niño de 5 años. Y eso causa mucha gracia, en parte porque expresa la caída del paradigma moderno de “cada cosa a su edad”.


—A lo largo del tiempo han cambiado las tendencias en cuanto a la crianza; por ejemplo: hemos pasado de la permisividad del Dr. Benjamín Spock al autoritarismo y otras... Hoy ¿dónde estamos parados?


—La pregunta es muy buena y me gustaría tener una respuesta clara o precisa para responderle. Pero no la tengo. Está claro que ni el autoritarismo ni la permisividad conducen a buen puerto. Yo creo que estamos en una situación crítica porque los niños ya no dependen, del modo como lo hicieron en la modernidad, enteramente de su familia. Ya desde muy chiquitos comienzan a interactuar con el medio (ambiente) y con los medios (informáticos), desde los primeros meses. Pero, además, los padres no son como antes investidos o pensados por los niños como esos seres que saben acerca del mundo, de sus interrogantes e incluso de su futuro (lo que en algún momento consideré la base de lo que llamé “discurso infantil”, el que reglamentaba la relación parento-filial), lo cual hace más complicada la interacción. Yo diría que estamos en un punto intermedio en cuanto a la intervención de los adultos en la vida de los chicos, y que cada vez más se inserta en esa dupla la presencia de los medios. Lo que yo recomiendo a los padres cuando me lo preguntan es actuar sin demasiado libreto, estar cerca pero no “encima”, y particularmente les recomiendo a los padres hacer lo posible por estar al tanto de las novedades que surgen en los medios. No hay peor cosa que considerar que los elementos novedosos son descartables. Conviene que los padres sepan qué son las cartas nuevas (por ejemplo las Magic), los juegos electrónicos nuevos (por ejemplo el Counter Strike), la música nueva (por ejemplo la de los nuevos DJ que mezclan música electrónica)…, y si les resulta difícil, les aconsejo que les pregunten con sinceridad a sus hijos qué es eso, que les pidan instrucciones para entender.


Los medios y las tendencias “naturales” tienden a que el gap entre generaciones se amplíe, que los adultos no sepan nada de aquello que apasiona a los chicos (incluso, como digo en el libro, creo que esto es una estrategia de las compañías que venden productos infantiles), y eso es muy peligroso. Ojo, no digo que los padres deban invadir el territorio privado de los niños, ni transformarse en “pendeviejos” que van a los recitales, se “empastillan” o se vuelven fans de los videojuegos para estar con sus críos. Hablo de una cierta naturalidad al hablar con ellos de esos temas, que no den por sentado que son cosas de pibes que no tienen nada que ver con ellos.


— ¿Podría darnos algunos ejemplos concretos de las nuevas prácticas de crianza que genera la cultura actual, y en qué forma afectan la subjetividad del niño? Y, particularmente, ¿cuál es efecto de la aparición de la red y las TIC en la producción del niño actual del que Ud. habla?


—Toda práctica afecta la subjetividad, y las prácticas de crianza lo hacen con particular eficacia. Además, las nuevas prácticas de crianza varían incesantemente. La intervención de ámbitos extrafamiliares es cada vez más precoz. Varios prestigiosos colegios han inaugurado salas de 18 meses (apenas los críos saben caminar) para el ingreso precoz de niños (recordemos que hace apenas 40 años la edad de ingreso era entre 5 a 7 años). La intromisión de la “tele” y de la “compu” en los hogares o en el barrio es imparable, y una vez que “eso” ingresa se rompe lo que solía ser un mundo un tanto cerrado del círculo padres-niño. Fíjense lo rápido que ingresa el chat en las casas o en los locutorios. Y cuando un usuario ingresa al chat, introduce un registro imparable en una conversación que no ha visto empezar, que no verá acabar y en la que no tiene por qué contactarse ni conocer la presencia de nadie, ni nadie de conocerlo a él. Una conversación, una vitalidad cultural y expresiva cuyo final no puede ni siquiera intuirse y cuyo inicio resulta indescifrable. Virtualidad cultural que, aunque dependa en cierto modo de ellos, es ajena a las particularidades de los individuos. Se forma así una suerte de cuerpo –ese chat– que tiene una existencia propia, como una ciudad con barrios sin localidad alguna, habitado por una comunidad imaginaria de moradores fugaces provenientes de orígenes remotos y diversos. Esa comunidad no tiene nada que ver con la familia, ni con el barrio que solimos conocer. Además en el ciberespacio es posible que cada quien no sea definido por su yo, ni por su referencia corpórea. Cada quien puede ser varios. Con diversos nicknames y hasta con diverso género. Desde la visión moderna de persona madura, como un Uno coherente, podría entenderse que se trata simplemente de un recreo o de una suerte de pérdida de tiempo que podría ser invertido en actividades lucrativas o tendientes a “formar” a alguien según un “proyecto”. Sin embargo, en estos tiempos el chat aparece como un espacio sustitutivo y aparentemente necesario en el que los usuarios juegan con facetas de su personalidad. Juego que no rara vez aparta al usuario del contacto social “directo”, pero que en realidad lo sumerge en otro tipo de contacto que tiene un costado creativo propio. Es un juego en el que juegan personajes con roles construidos mediante la acumulación escénica de características cuyo objetivo es la verosimilitud. En ese medio suele verse brotar constantemente –y muchas veces sin consecuencias evidentes– que, además de ser a veces notablemente creativos, conllevan la característica evanescente y la fugacidad de la conexión y las figuraciones fluidas. La edad de ingreso al chat ya no es de adolescentes maduros, está disminuyendo día a día.


Pero debo insistir en que todo esto es imparable. Sería ridículo y contraproducente aislar o prohibir este tipo de posibilidades a los niños. Es más, yo creo que constituyen un verdadero aprendizaje para lo que serán las futuras tecnologías. Se calcula que en unos 10 o 20 años todos los oficios se podrán aprender en “simulators” (como los flight simulators) y que las comunicaciones en Red sustituirán más y más a los “encuentros de negocios”. En ese sentido los niños, jugando, van aprendiendo a vivir en un mundo que es el que les va a tocar. Es un entrenamiento para la realidad virtual que seguramente habitaremos. ¿Podríamos oponernos a eso? No, lo mejor es acompañarlos para evitar que se pierdan por ahí.


— ¿Cómo se traduce la influencia que las nuevas formas de conexión en red ejercen sobre las estructuras cognitivas del niño actual?


—Creo que definitiva e inevitablemente las afectan. Es un modo en que los humanos contemporáneos estamos –queriéndolo o no– “preparando” o “formando” a los sujetos del futuro. Que eso esté “bien” o “mal” o que a cada quien le guste o no es otra cosa. Por ejemplo, si se tiene a mano internet, averiguar un dato sobre Nigeria o sobre cómo se deben cultivar las amapolas en una enciclopedia es hoy una antigüedad. Uno cliquea Google-amapolas-cultivo, o Altavista-Nigeria-Geografía y se encuentra con toda la información que puede requerir. Lo mismo para el dibujo técnico.


Yo no veo que sea un inconveniente que los niños se familiaricen con ello. Lo que habría que tratar es que esos implementos técnicos no hagan daño o mella en lo que podríamos llamar “creatividad” o contacto interhumano. Y es cierto que hay veces en que sí hacen mella, que se presentan formaciones sintomáticas de niños retraídos o de personajes que evitan el contacto humano y se apoyan para ello en las nuevas formas de conexión en red.


A mí lo que me preocupa es que cada vez se prepara más a los niños para una enseñanza técnica, y menos en una educación integral, en una formación personal. Que cada vez prevalezca más “la máquina” como modelo sobre “el humano”. Pero la verdad es que no sé si, tal como están las cosas, eso es evitable. No creo que lo sea enseñando más latín, griego y sánscrito y menos 3Destudio, Fotoshop o Excel. Hay que buscar un equilibrio pero además saber que uno no tiene las cuerdas que manejarán el destino de nuestros hijos como si fuesen títeres.


Creo que eso en sí, y sobre todo si lo podemos trasmitir, ayudará. Como ayudará saber que el mundo tecnológico, tal como van las cosas, acabará con nuestros recursos y por destruir nuestro planeta.


—¿Cuál es el valor didáctico de los videojuegos y los juegos en red?


—Sin duda es enorme. Yo creo que los videojuegos son como prácticas de entrenamiento del niño futuro, como prácticas de la realidad virtual. Entrenamiento que ya da resultados. Pongan a un adulto y a un niño de 6 años frente a un aparato con botones y órdenes para ellos previamente desconocidas. Verán con seguridad que el adulto tarda en dominar la prueba (si es que llega a dominarla) muchísimo más que el niño. El asunto es que en un futuro no muy lejano todo será accionado y controlado de esa manera. Y además, a medida que lo es pierde ese sentido de “artificialidad” que por ahora tiene. En alguna época el teléfono o el reloj fueron máquinas sofisticadas, de difícil manejo. Hoy son como nuestros dedos. Las máquinas informáticas y la red seguramente serán como extensiones de nuestras manos. Es cierto que tendríamos que estar alertas para no perder el sentido que tiene lo cotidiano, las relaciones humanas, el trato directo con la materia, pero sin tener miedo a la tecnología.


— Los cambios de la cultura actual han puesto en el tapete ideas tales como que los chicos aprenden solos, espontáneamente, y lo atribuyen a la pérdida del valor de la trasmisión cultural, producto de que nuestras instituciones no pueden dar cuenta de los niños actuales. ¿Qué piensa Ud. al respecto?


—Me parece crucial y muy conveniente diferenciar entre lo que se podría llamar “aprendizaje” y “enseñanza”. El aprendizaje es perfectamente posible a través de una máquina, de un programa. La enseñanza requiere de algún tipo de intersubjetividad, de la presencia de al menos dos seres humanos. La relación típica de este último es la del maestro y el alumno, y en ella intervienen sutiles elementos como la identificación. Es uno de los modos en que el humano se diferencia del resto de los animales: en nuestra práctica de crianza, los humanos nos conformamos diferentes. Es por ello que los humanos provenientes de culturas diferentes somos diferentes, porque nos conformamos como aquellos que nos enseñan. Y esto incluye algo que va muchísimo más allá de una enseñanza tecnológica, nos conformamos como humanos, con escalas de cultura, con éticas y con valores particulares que, además, transferimos a nuestros hijos. Es por ello que lo humano adquiere esa característica plástica única. Los leones son siempre leones, las gaviotas siempre gaviotas. Todo en ellos depende de la potencialidad inscrita en su genoma. Pero en los humanos esa potencialidad es tan enorme que su conformación en la crianza y en la enseñanza es lo determinante.


—¿Qué lugar puede llegar a ocupar la escuela en este nuevo contexto?


—Y, debería tener un lugar crucial. Porque al abandonar o quedar de costado –como está quedando relativamente– la familia en esa cadena de transmisión o de conformación de humanos que es la crianza, la escuela es como un eslabón fundamental que está ubicado en el centro de la cuestión. Es ese, además, el ámbito en el que los niños están con sus pares, donde intercambian pautas, conductas, enseñanzas y aprendizajes, y debería ser donde ocurran imposiciones, inscripciones, implantaciones (la podemos llamar de cualquiera de los tres modos) que son cruciales, porque no se dan solas. Es por otro lado el lugar en el que sea cual sea la intervención del Estado en estas cuestiones está indicado que se dé. No es cuestión (respondiendo a la pregunta anterior) de quedarse de brazos cruzados frente a todo lo que pasa. Hay que saber verlo para actuar no en contra de las tendencias sino desbrozando cuidadosamente lo perverso de lo novedoso, lo obstaculizante de lo creativo.


Fecha: Octubre de 2004

GUIA No. 3: EL NIÑO EN LAS CULTURAS ANTIGUAS OCCIDENTALES

ESPACIO DE CONCEPTUALIZACIÓN
GUÍA No.3: EL NIÑO EN LAS CULTURAS ANTIGUAS OCCIDENTALES




Por: Raúl de J. Roldán Álvarez


Carrera: Lic. en Educ. con énfasis en humanidades
y Lengua Castellana (Semi-presencial)

Asesora: Prof. Marina Quintero Quintero

Materia: Historia de la Infancia y la Adolescencia

Código Materia: ESI 104

Grupo: 02. No. de lista: 20

Fecha: Sábado, 16 de abril


UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA

FACULTAD DE EDUCACIÓN

MEDELLÍN

2005

_____________________________________________



PROPÓSITOS


Ø Rastrear las formas mediante las cuales las culturas antiguas occidentales dieron existencia al niño.

Ø Resaltar en el pensamiento de los clásicos y de la patrística, sus tesis y planteamientos relacionados con el niño en la educación.

Ø Destacar el lugar del niño, del padre y de la familia como entidades jurídicas en la Roma Antigua.

Ø Identificar los fundamentos pedagógicos y las nociones de infancia en el pensamiento de los filósofos clásicos y la patrística.






EXPERIENCIAS DEL APRENDIZAJE GUÍA No. 3




1. Una concepción mítica de la infancia pone la relación paterno-filial al margen de la asunción de la realidad del niño. ¿Cómo afecta la crianza y la educación esta concepción?



Allí donde la vida de los hombres, de las mujeres y de los niños depende exclusivamente del Estado, bajo el pretexto de la programación y organización de los recursos de la sociedad, se crea un escenario en donde la familia y las iniciativas individuales pierden sentido y, en consecuencia, dejan de existir como instituciones. Es el caso específico de Esparta.


Este control absoluto ejercido por el Estado, se hace a través de la educación.


Pero, ¿en qué se sustenta mitológicamente este tipo de control?


Se sustenta básicamente en la figura del héroe que, ante todo, debe buscar el reconocimiento de su pueblo, de su clase o de una organización específica de naturaleza social; en contra, la mayor parte de las veces, de su familia y de su propia vida. Para los espartanos era aspirar a ser un homoioi o ciudadano.


La pedagogía educativa instrumentalizada a partir de dicha concepción, responde restándole importancia a la niñez por su inutilidad en función de servicios al Estado y adelantando una tarea de instrucción e inducción del niño ya sea para convertirlo en un hombre útil a los intereses del Estado de forma rápida separándolo de la familia; o entregándolo, en calidad de comodato, para que otros autorizados lo utilicen en labores en donde los adultos no se ocupan, sometiéndolo a las más degradantes labores u oficios sin una alimentación, vestido y asistencia adecuada.


2. El sistema social Espartano requiere para su mantenimiento un tipo de hombre capaz de operar en el ámbito de relaciones totalitarias.



a. ¿Cómo se entiende el sistema político totalitario?



Antes de dar respuesta a la pregunta puesta a consideración, se hace positivo distinguir conforme a la ciencia política contemporánea los tipos de organización política que han operado como sistemas de poder en la sociedad organizada.


Existen tres tipos de organización política que de forma resumida podemos caracterizar de la siguiente manera:


a.1. Las democracias pluralistas: Es el tipo de organización política en donde se legitiman los desacuerdos.

a.2. Los regímenes autoritarios: En este tipo de organización, se prohíbe la expresión pública de los desacuerdos. Y

a.3. Los sistemas totalitarios: En donde se pretende extirpar los desacuerdos mediante la remodelación de las mentalidades.


Según los politólogos, el sistema totalitario como régimen político, se caracteriza fundamentalmente porque demanda una adhesión sin condiciones y de forma activa por parte de la población al proyecto de sociedad establecido, obviando cualquier tipo de discordancia frente al mismo y adelantando una tarea de implantación de un “orden público aparente” como forma de sustentar la ambición de extender su monolitismo en el ejercicio de la política exterior. A manera de ejemplo, el Nazismo y el Comunismo.


El régimen totalitario tiene como fundamentos, estos cuatro componentes:

. Exaltación de la figura del líder

. Monopolio ideológico

. Control de todos los medios de poder y de persuasión, y

. El sistema policial y de campos de concentración.


En palabras de Hannah Arendt[1]: “El totalitarismo es diferente por naturaleza de las otras formas de opresión política que conocemos, como el despotismo, la tiranía y la dictadura [...] El régimen totalitario transforma siempre a las clases en masas, sustituye el sistema de partidos no en dictaduras de partido único, sino en un movimiento de masas, cede el poder a la policía y pone en práctica una política exterior que tiende abiertamente a la dominación del mundo”.


Al respecto podemos ver reflejadas las características de dicho régimen, en el discurso pronunciado por Adolfo Hitler, el 24 de febrero de 1920 en Munich, basado en el programa del nacionalsocialismo: “Frente a la sociedad moderna, un coloso con pies de barro, estableceremos un sistema centralizado sin precedentes, en el que todos los poderes quedarán en manos del Estado. Redactaremos una constitución jerárquica, que regirá de forma mecánica, todos los movimientos de los individuos”.


Para los especialistas en la materia, el sistema político totalitario “fue una realidad específica del siglo XX”.


En el caso específico de los Espartanos puede presentarse algunos de los componentes del régimen totalitario, pero eso no lo convierte a la manera de las características de éste en un sistema que pueda definirse como tal: La incapacidad de adoptar un programa político y económico claro; su particular forma de autoritarismo sumada a la escasa aceptación de éste por parte de su propia sociedad y la forma del poder espartano basado únicamente en lo militar, aunada a los constantes enfrentamientos con los ilotas[2]; hacían de esta forma de organización ¾de guerreros decididos y osados¾ una sociedad en donde prevalecían diferencias sociales sumamente profundas[3], para que existiera un proyecto de amplia aceptación por voluntad. A razón de qué, algunos sectores de la población que no tienen nada que ganar o que perder, se sienten libres de comprometerse con las iniciativas que no benefician sino a una clase que es la única privilegiada con la condición de ciudadano? Por lógica, un proyecto, con tales diferencias sociales, no puede sustentarse sino desde la perspectiva de un régimen autoritario de naturaleza despótica que lo imponga y se cierre a todo tipo de expresión en contra; porque para dicho régimen algunos sectores de la población simplemente no cuentan por no serles reconocida su calidad de ciudadanos para decidir y pactar. A su vez, para argumentar lo relativo a la carencia de liderazgo en la administración de un posible proyecto social, se debe tener en cuenta la acefalia que se presenta en el régimen político espartano, y para ello se recurrirá a las palabras de Buenaventura Delgado: “ [...] Nadie sabe quién controla la sociedad espartana. ¿Los reyes? ¿Los éforos? ¿El ejercito? ¿La policía? Historiadores modernos insisten en afirmar que el mundo griego guardó celosamente dos misterios: el de Esparta y el de Eleusis” [4].


b. ¿Cuáles son los ideales educativos que sostienen en Esparta el engranaje político-social?



Cuando hablamos de lo educativo, hablamos de un objetivo de carácter pedagógico que transversaliza a una cultura o sociedad; y, que surge como consecuencia de las demandas de toda una colectividad. Dicho objetivo, se va convirtiendo en un valor para toda la sociedad; en la medida, en que el sistema educativo va encontrando soluciones adecuadas a los problemas implicados en el cumplimiento de las demandas sociales. Por el contrario, si dichas demandas no pueden ser resueltas, la organización social le resta valor al objetivo educativo y, de forma lógica, intenta un cambio de sistema educativo que permita plantear soluciones a las demandas insatisfechas por el sistema anterior y acoge un nuevo objetivo educativo o conjunto de valores que orienten la conducta social.


Como se dijo anteriormente, entre los miembros que constituyen a la sociedad espartana, sólo existe una clase que todo lo define y se constituye como tal en Estado, en función de su calidad de ciudadanos.


Los ciudadanos espartanos (homoioi o iguales), la clase gobernante política y militar ¾descendientes de los dorios¾ era la clase minoritaria que aspiraba a seguir ostentando el poder; y, para ello, comprendió que el sistema educativo, los hijos, los padres y la voluntad para decidir, incluso de la clase denominada “ciudadanos”, debían quedar en manos del Estado. En síntesis, todo lo que respiraba pertenecía al Estado.


La civilidad entre los espartanos, por tanto, no existe. El Estado, se sostiene bajo el ideal de la perfección física y disciplina de los denominados ciudadanos que colocaban toda su energía al servicio de lo militar, para conservar su estatus de “iguales”. En la sociedad espartana el ideal educativo era disciplinar el ciudadano para el combate y prepararlo para morir en nombre de un Estado de clase. Los otros sectores de la población sólo cuentan como esclavos o como hombres sin honor y sin decisión.


c. ¿Cuáles son las prácticas de crianza y educación que se corresponden con tales ideales?



“Vuelve con el escudo o sobre el escudo”. Con esta frase se establecía un objetivo que era apoyado por las madres, los padres y los hijos de la sociedad espartana. Este objetivo se transmutaba en un objetivo educativo que entronizado como axioma social, derivaba en unas prácticas de crianza aceptadas, tales como: las del sacrificio familiar y de la vida privada en favor del Estado, el mejoramiento de la raza a través de la selección de los más fuertes, la disciplina militar como forma de vida y reconocimiento, y la preparación del joven para la muerte como condición del honor.


d. ¿Cuáles son las posiciones ideales del ciudadano así educado?



Buenaventura Delgado dice de los ideales ciudadanos espartanos, lo siguiente: “[...] Iban descalzos, dormían en camas de cañas, que ellos debían hacerse, comían poco y les estaba permitido robar, con la condición de que no fueran sorprendidos. Su máxima gloria consistía en llegar a formar parte de los iguales (homoioi), viviendo exclusivamente para la lucha y para el combate, siendo capaces de morir con las piernas abiertas, mirando de frente al enemigo, como había cantado el poeta nacional Tirteo”[5].


3. En Roma, la antigua familia es una comunidad soberana, que se va transformando con la sucesiva intervención del Estado; intervención legislativa que se inicia en el siglo I DC y coincide con la institución del imperio como sistema político.




a. ¿Cómo entender un sistema político imperial?



Si nos atenemos a lo que se define como “Imperio”, podríamos decir que representa una acción: la acción de imperar o mandar.


Los imperios se caracterizan por tener un emperador que ejercer el poder de forma absoluta y como divinidad; de ahí, que sus decisiones son incuestionadas: la vida y la muerte de los miembros de la sociedad sufre su propia suerte. El pueblo no existe para opinar, para decidir sino para ponerse al servicio de lo que el emperador considere esencial para la preservación de sus propios intereses que entiende como los de todo el conjunto.


b. ¿Cómo funciona la familia de esta época?



Según criterios de sostenibilidad económica entre los pobres. De ambición familiar, para concentrar sus esfuerzos y sus recursos en pocos hijos y no en numerosos, en la clase media. Y quienes ostentaban las posiciones relevantes en el Imperio por consideraciones de orden matrimonial, de herencia y normativas impuestas por el emperador.


c. ¿Cómo el padre ejerce su función de inclusión en la línea de filiación?



A través de la aceptación del niño por parte del padre, recogiéndolo del suelo en donde lo ha puesto la partera al momento de nacer; levantándolo y colocándole el nombre principal y el de la familia y, posteriormente, colocando un medallón familiar como símbolo de la aceptación.


d. ¿Cómo caracterizar las relaciones paterno-filiares?



En Roma no cuenta “la voz de la sangre” sino la del nombre familiar, afirma Buenaventura Delgado. La oligarquía dirigente se extiende a través de los hijos legítimos y los hijos de antiguos esclavos, los bastardos no tienen legitimidad alguna de por vida. Aspectos como la herencia, el sexo, el número de hijos permitidos, la infidelidad de la mujer y otros intereses determinados por el emperador caracterizan las relaciones paterno-filiales como fundamentos para la aceptación o exposición del recién nacido.







4. ¿Cómo el pensamiento de los clásicos como Platón, Aristóteles y Quintiliano, sostiene o cuestiona el sistema educativo Espartano y Romano?



Ø Platón se nos presenta frente a los ideales educativos espartanos un tanto contradictorio en la mayor parte de su producción filosófica. Quizá, porque su búsqueda de una República ideal lo obligaba a pensar en esquemas altamente centralizados que permitieran un control exhaustivo de las actividades de los ciudadanos, para evitar la desviación de los objetivos sociales comunes. Otras veces, imbuido en asuntos atinentes a la naturaleza del hombre, se abstraía en la posibilidad de esquemas que permitieran el desarrollo de una libertad más plena en la búsqueda de lo humano y lo espiritual. En fin, el asunto es que Platón en una muy buena parte de su existencia vio en el modelo espartano una salida al caos que estaba generando la democracia ateniense y justificó muchas políticas de aquellos como una necesidad para la preservación de la integración social.


Es así, como políticas espartanas orientadas a proclamar la igualdad entre el hombre y la mujer en función de la ocupación de los cargos del Estado, las veía necesarias, por un lado; y, por el otro, admitía que las mujeres debían ser el premio para los guerreros triunfadores de la batalla, haciéndolas ver como miembros de segunda dentro de la sociedad ateniense, en donde pregonaba su igualdad como principio.


Otro aspecto relevante en las ideas de Platón, que se vuelve un tanto contradictorio, es el relacionado con la propuesta de una especie de Estado eugenésico[6] a la manera de los Espartanos, en donde el mejoramiento de la calidad racial fuese una política de primer orden. Así, los mejores especimenes humanos serían administrados, controlados y entregados por el Estado a cualquier persona que pudiese fungir de padre o madre, porque con ello cualquier hijo de la República podría ser querido con el mismo afecto. Los hijos aquí, se convierten en una forma de propiedad que puede ser entregada en comodato a quien cumpla las condiciones impersonales del Estado.


En su obra Las leyes, la última de su carrera, revisa y reorienta sus posiciones acerca de lo educativo y adelanta toda una tarea de recomposición pedagógica de las mismas, en los siguientes términos:


. Preparación física y psicológica de la madre en embarazo

. La madre debe gozar de condiciones de esparcimiento campestre al lado de su hijo, al menos durante los dos primeros años de éste, mientras recupera sus fuerzas y logra vitalizar a la criatura a través de unos cuidados adecuados y una educación sin exceso de mimos y tampoco de dureza.

. Los bebes deben ser mecidos por sus madres, para efectos de dormirlos acompañando el proceso con cantos.

. Se debe entender con claridad que entre los tres y los seis años, el alma de los niños sólo entiende el lenguaje del juego y el entretenimiento.

. Los tipos de juegos de los niños pueden clasificarse entre aquellos que los niños inventan cuando comparten con sus coetáneos y aquellos que al reunírseles alrededor de los templos, bajo la vigilancia de nodrizas seleccionadas, éstas contribuyan al entretenimiento y observancia por parte de los mismos.

. La norma para los niños entre los tres y los seis años será la gimnasia y la música como recursos pedagógicos.

. Cuando el niño cumpla los seis años, la nodriza ha de ser sustituida por pedagogos que oriente al niño al advenimiento de la escuela.

. La lúdica, descubrimiento platónico, es el más importante recurso educativo en el desarrollo inicial del niño: Se debe enseñar jugando.



Ø En lo atinente a Aristóteles, fue un crítico inflexible del modelo de educación espartano. Lo consideraba un sistema bárbaro en donde los nobles ideales eran imposibles de ponerse en escena: comprometer a los niños en excesivas y duras faenas de ejercicios, hace de ellos personas vulgares que terminan eludiendo otros escenarios de la vida humana que tienen igual o hasta superior importancia. Al respecto afirmaba: “no es un lobo o algún otro animal salvaje el que debe lanzarse a una hazaña noble, sino más bien un hombre bueno”.


Por tanto, se puede inferir de Aristóteles, que no es el desarrollo de las condiciones físicas lo que permite distinguir a unos de otros, pues dicho desarrollo puede ser alcanzado por igual entre elementos de la misma especie humana y por las mismas especies animales. Lo que establece la diferencia como humanos, es el desarrollo de nuestra dimensión ética.


Traba contradicción con Platón, cuando nos habla que una visión comunitaria en donde los hijos son propiedad del Estado y pueden ser tutelados y educados indistintamente por cualquier ciudadano es una política nociva, porque la ausencia de compromiso afectivo por un hijo en especial, obligaría a quien lo cría a verlo como cualesquiera de los demás, con total indiferencia.


Aristóteles, se aproxima al inicio de lo que hoy denominamos en occidente psicología evolutiva del hombre, cuando reflexiona sobre aspectos relevantes que influyen en las distintas etapas del ser humano tales como el carácter, la educación, los hábitos, la constitución genética o física y el entorno; así hubiese puesto al niño de lado en sus proposiciones.


Tenemos que aclarar que para Aristóteles el niño, en palabras de Buenaventura Delgado, se reduce a un incipiente proyecto de hombre con escaso valor.


Pero sus errores, de una forma u otra limitan sus proposiciones, dado que acepta como condición natural la esclavitud del hombre sumada a un fuerte convencimiento en una política del aborto por determinaciones de índole jurídica y a una eliminación de los niños que presentasen alguna deformidad en el momento del nacimiento.


La sexualidad en Aristóteles está supeditada a la reproducción y cruzada por aspectos eminentemente temporales. De igual manera, análoga la reproducción humana a la animal, entendiéndose tan sólo con aspectos biológicos de la sexualidad y desconociendo operaciones de orden psicológico y metapsicológicos intervinientes en su producción.


Lo anterior justifica, de alguna manera, la poca importancia o utilidad que tenía el niño en un escenario social que requería de hombres para luchar en las guerras y ejercer posiciones de utilidad en diferentes campos de la vida de los griegos. Obsérvese, lo que nos dice Buenaventura Delgado al respecto: “La edad de la procreación, según el estagirita, acaba en los hombres hacia los sesenta años y en las mujeres a los cincuenta. Tan perjudical puede ser para los hijos las uniones prematuras como las seniles”[7].


Esta forma aristotélica de ver, se prolongó en el tiempo ¾retomada y vuelta dogma por el cristianismo medieval¾ hasta el siglo XX con la llegada de Freud que la puso en evidencia.


En relación con el tratamiento del niño, Aristóteles, en general, se acerca mucho a lo que en el libro Las leyes de su maestro Platón, se propone.


Ø El abogado y retórico romano, Marcus Fabius Quintilianus[8], fue contrario a los procedimiento de lactancia operados por las matronas romanas; pues, era costumbre que dicho procedimiento se dejara en manos de nodrizas y siervas contratadas, para tal fin, durante los primeros años del niño.


Este retórico romano mostró aspectos pedagógicos de la educación latina que contribuyeron a una reflexión sobre ciertas conductas que tenía la sociedad romana en relación con el niño e influyó decisivamente en la formación de los siglos posteriores. Algunas de las reflexiones, se sintetizan, así:


Ø Ninguna etapa de la vida infantil debe carecer de educación (nullus tempus vacare cura).

Ø Las primeras palabras, se graban indeleblemente en la mente del niño; por tanto, deben ser las de los padres y no las de la nodriza las que el niño escuche. (calagurritano).

Ø Depositar en el niño las máximas esperanzas desde el principio.

Ø Observar a cada niño intentando descubrir sus aptitudes e inclinaciones naturales.

Ø Educar y enseñar con cariño.

Ø La educación como un proceso continuo de por vida.

Ø La cordialidad en contraposición a la ‘flagelación”; por que, según Quintiliano, ‘quien es tan duro de entendederas que no mejora con la represión, tampoco se corregirá aunque sea sometido a los peores tormentos propios de esclavos”.


Algunos principios en el ámbito educativo romano, y que gozaron de aceptación pedagógica, fueron los siguientes:


Ø El homos res sacra homini, “el hombre para el hombre es algo sagrado”, acuñado por Séneca. La parte también forma parte del todo: los niños son sagrados para la sociedad humana.

Ø Máxima devetur puero reverentia, “el niño merece el máximo respeto”, de Juvenal[9].


Pese a los principios mencionados que favorecen la convicción del buen trato que se debe tener con el niño, las costumbres romanas no modificaron en mucho, así La Paterfamilias ¾Consejo de familia¾ ( basada en la ley de las doce tablas) se hubiese convertido en el eje que controlaba, desde un punto de vista ético, lo concerniente a la vida o la muerte del niño en dicha sociedad.


Algunas conductas de los romanos en relación con los hijos, son las siguientes:


. La práctica de la lux exponendi, la cual le permitía al padre abandonar a un hijo bajo cualquier tipo de consideración; de herencia, de sexo, de infidelidad de la mujer y otras.

. La ceremonia de aceptación del hijo: si el hijo era varón el padre oficiaba la ceremonia ante el lar familiar y le imponía el nombre propio; además del de la familia a la que pertenecía (nomen). El niño desnudo, se recogía del suelo y se le colocaba La bulla aurea, o medallón de oro o cuero, según la clase social, para desearle suerte y felicidad.

. El dies lustricus o la purificación, era una ceremonia en donde el niño recibía sus primeros juguetes (crepundia), cascabeles (crepitacula).



5. ¿Cuáles fueron las ideas básicas que los padres de la Iglesia y el Estado preconizaron a favor de la valoración del niño y de la familia? ¿Cómo estás ideas afectaron el orden jurídico y social en relación con el niño?



Una moral nueva impuesta desde el siglo II DC cambió radicalmente las prácticas educativas latinas. Algunas prácticas tradicionales son siguientes:


Ø El ama y el pedagogo siguen teniendo una profunda influencia en la educación del niño, pero algunas costumbres cambian en el sentido de que éste puede cenar con sus padres y los invitados; aunque las otras comidas las siga consumiendo con sus tutores.

Ø Pedagogo, nodriza y hermano de leche son una vicefamilia con poderes extraordinarios, para darse libertades en términos de comodidad (viven sanamente en casas de campo), se convierten en los únicos familiares del niño, después de la muerte de los padres biológicos.

Ø El amor a la familia es entendido por los estoicos como correspondiente con la naturaleza, establecida como una razón.

Ø La educación recibida en casa de los padres, en Roma, era despreciada por los educadores como una forma de corromper; de ahí, que imponían la industria (la actividad) con severidad y terror para evitar los apetitos y fortalecer la personalidad.

Ø Después de fortalecer severamente el carácter del niño, se les inculca la cultura de hombres libres.

Ø La educación de Roma no era para la vida pública como la de los griegos, según palabras de Nilsson, referido por Buenaventura. Tenía como escenario el gimnasio, dada la importancia del deporte en esta sociedad.

Ø A los doce años, el niño romano de buena familia abandona la enseñanza elemental; y a los catorce, deja sus vestidos infantiles, para hacer uso de los derechos que el imperio le otorga. No existe ‘la mayoría de edad”.


La moral nueva, yustapuesta, a la tradicional, se apoyaba en leyendas médicas, y operaba para los siguientes postulados:


Ø La concepción del amor responde a los lineamientos del matrimonio; velando que los jóvenes lleguen vírgenes al matrimonio.

Ø El amor no es un pecado sino un placer; aunque conlleve sus riesgos.

Ø Los placeres conyugales, se identifican con lo cívico y lo natural del matrimonio, siendo, por tanto, un deber.

Ø Los médicos ordenan el deporte en el gimnasio para extraer de los jóvenes la energía venérea.

Ø Ha de evitarse la masturbación, porque se constituye en una forma de maduración inadecuada de la personalidad no por la perdida de energía.

Ø El paso a la edad adulta no responde sólo a un hecho físico sino a consideraciones de orden jurídico: se pasa de impúber a menor legal.



¿Qué aporta el cristianismo en cuanto a valores?


Aunque no establecieron escuelas nuevas entre los romanos y fueron educados en las escuelas paganas de éstos, aprendieron, en un principio, al interior de la familia y la iglesia, los valores cristianos. Estos valores son:


Ø Los evangelios establecían la dignidad del niño, por su sencillez e inocencia.

Ø La obediencia a los padres por parte de los hijos.

Ø La pereza como una forma de degradación de los valores cristianos.

Ø Cancelan el castigo corporal al niño y comienzan a ver aspectos positivos de éste.

Ø El valor de las caricias y la ternura, se impone de manera natural, la lúdica, el movimiento y otros para con el niño.

Ø Aconsejan seguir la pedagogía de Quintiliano en lo relacionado con el uso del lenguaje y el aprendizaje de lo lecto-escritural.

Ø Se exhorta a los padres para evitar en sus hijos la insolencia, la maledicencia, las palabras deshonestas y el espíritu pendenciero (San Juán Crisóstomo)


6. ¿Por qué, a pesar de la sabia pedagogía de los clásicos y de los desarrollos teóricos posteriores, el niño ha seguido siendo objeto de maltrato, desprotección y desprecio, incluso en las culturas consideradas avanzadas?. Intente una explicación basada en las elaboraciones derivadas de sus reflexiones entorno de la propia historia familiar.




Los modelos de crianza, se reproducen a través de formaciones inconscientes que una generación transmite a otra y que no encuentran un planteamiento nuevo alternativo como fórmula de resolución y de posterior identificación.


En la Guía 2B, doy respuesta a este interrogante, desde mi punto de vista personal, con la anécdota relatada sobre mi línea familiar por el lado del padre.




















FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA




1. DELGADO, Buenaventura. Capítulo 1: “El niño en las culturas antiguas occidentales” del libro: Historia de la Infancia. Págs. 17-25

2. DELGADO, Buenaventura. Capítulo 2: “El niño en la Grecia arcaica y clásica” del libro: Historia de la Infancia. Págs. 26-41

3. VEYNE, Paul. “Desde le vientre materno hasta el testamento” del libro: Historia de la vida privada, tomo I. Págs. 25-46

4. DELGADO, Buenaventura. Capítulo 3: “El niño en la sociedad latina” del libro: Historia de la Infancia. Págs. 42-52

5. DELGADO, Buenaventura. Capítulo 4: “Nuevos valores cristianos” del libro: Historia de la Infancia. Págs. 53-61
Notas:

[1] ARENDT, Hannah (1906-1975): Politóloga alemana, nacionalizada estadounidense, reputada por sus obras sobre el totalitarismo y el mundo judío. Nació en Hannover el 14 de octubre de 1906. Tras realizar estudios en tres universidades, a los 22 años de edad se doctoró en Humanidades en la Universidad de Heidelberg. En 1933 marchó a Francia para escapar del régimen nacionalsocialista implantado aquel año en su país y, en 1941, huyó a Estados Unidos, cuya nacionalidad adoptó en 1951. Trabajó en una editorial de Nueva York y ocupó altos cargos en varias organizaciones judías. Después de publicar Orígenes del totalitarismo (1951), impartió clases en las universidades de Berkeley, Princeton y Chicago. Entre otras muchas obras suyas figuran La condición humana (1958), Entre el pasado y el futuro (1961), Sobre la revolución (1963) y la polémica Eichmann en Jerusalén (1963), basada en su informe sobre los juicios a criminales de guerra nazis en 1961. Sus memorias, Correspondencia, 1926-1969, fueron publicadas en 1992. Sus obras siguen siendo muy leídas, sobre todo por quienes luchan contra los regímenes totalitarios. Ejercieron una gran influencia entre los signatarios de Carta 77, movimiento a favor de los derechos humanos en la Checoslovaquia posestalinista. Biblioteca de Consulta Microsoft ® Encarta ® 2005. © 1993-2004 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.

[2] ilota. (Del lat. Ilōta, y este del gr. Εἱλώτης). com. Esclavo de los lacedemonios. 2. Persona que se halla o se considera desposeída de los goces y derechos de ciudadano. Biblioteca de Consulta Microsoft® Encarta® 2005. © 1993-2004 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.


[3] Los habitantes de Esparta estaban divididos en ilotas (esclavos), quienes realizaban todos los trabajos agrícolas; periecos, una clase sometida de hombres libres pero sin derechos políticos, que principalmente eran comerciantes; y los ciudadanos espartanos (homoioi o iguales), la clase gobernante política y militar, descendientes de los dorios que invadieron la zona en el 1100 a.C. Biblioteca de Consulta Microsoft® Encarta® 2005. © 1993-2004 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.


[4] DELGADO, Buenaventura. Capítulo 2: “El niño en la Grecia arcaica y clásica” del libro: Historia de la Infancia. Pág. 27

[5] DELGADO, Buenaventura. Capítulo 2: “El niño en la Grecia arcaica y clásica” del libro: Historia de la Infancia. Pág. 28

[6] Eugenesia. (Del gr. εὖ, bien, y -génesis). f. Aplicación de las leyes biológicas de la herencia al perfeccionamiento de la especie humana. Biblioteca de Consulta Microsoft® Encarta® 2005. © 1993-2004 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.


[7] DELGADO, Buenaventura. Capítulo 2: “El niño en la Grecia arcaica y clásica” del libro: Historia de la Infancia. Pág. 31

[8] QUINTILIANO, cuyo nombre completo es Marcus Fabius Quintilianus (c. 35-c. 95), es un retórico romano que nació en Calagurris (ahora Calahorra) en Hispania. Estudió en Roma donde primero ejerció de abogado, pero se le conoce por haber sido profesor de Retórica. Se le nombró profesor oficial de la materia, con sueldo procedente de los fondos públicos. Uno de sus alumnos fue el orador romano Plinio el Joven. Tras ejercer durante veinte años como abogado y profesor, se retiró para dedicarse a escribir. Su fama actual le viene de Institutio Oratoria (c. 95 d.C.), gran obra redactada en doce volúmenes. En los dos primeros libros, Quintiliano trata la educación elemental tal y como se organizaba en la Roma de su tiempo y estudia los métodos para la formación básica en el campo de la Retórica. Dedica los nueve libros siguientes a los fundamentos y técnicas de la Oratoria. El Libro X es el más conocido; en él aconseja la lectura como elemento fundamental en la formación de un orador y contiene un famoso estudio sobre las personas que escribieron en griego y latín. El último libro presenta el conjunto de cualidades que debe reunir quien se dedique a la Oratoria, tanto en lo referente al carácter como a la conducta. La obra completa presenta una entereza y una originalidad notables que traducen el pensamiento del autor, todo lo cual se expresa con un estilo lúcido y brillante. Esta obra ejerció una gran influencia sobre la teoría pedagógica que sustenta el humanismo y el renacimiento.Biblioteca de Consulta Microsoft ® Encarta ® 2005. © 1993-2004 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.

[9] JUVENAL, nombre completo Décimo Junio (c. 67-c. 127), poeta satírico romano, nacido en Aquino, en el sur de Italia. Todo cuanto sabemos de su vida es que desarrolló una breve carrera militar, cayó en desgracia ante el emperador Domiciano, y fue condenado al exilio (probablemente a Egipto). Tras regresar a Roma, vivió en la pobreza, pero hacia el final de su vida sus circunstancias mejoraron, acaso gracias a la protección del emperador Adriano. El periodo de actividad literaria de Juvenal abarca aproximadamente desde el año 98 hasta el año 128, y en él escribió las 16 Sátiras que le han hecho famoso. Notables por su estilo brillante y epigramático, sus sátiras atacan con dureza las extravagancias y los vicios de la Roma imperial, y ofrecen una viva descripción de la vida en la ciudad. Juvenal afirmaba estar influido por Lucilio y Horacio, pero su obra carece del humor que apreciamos en las Odas de Horacio, y es más bien amarga y pesimista. Muchas de sus Sátiras revelan su indignación moral ante diversos usos sociales, como la hipocresía, los abusos de los ricos, la glotonería y la avaricia o la corrupción de la administración de Domiciano. También parece tener una amarga experiencia del amor, pues el tema de una de sus Sátiras no es otro que la condena del sexo femenino en su conjunto.Biblioteca de Consulta Microsoft ® Encarta ® 2005. © 1993-2004 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.