viernes, 15 de julio de 2011

Te has preguntado, ¿por qué los perros viven menos que las personas?


Aquí puedes encontrar la respuesta, ofrecida por un niño de 6 años.

Siendo un Veterinario, fui llamado para examinar a un Sabueso Irlandés de 10 años de edad llamado Belker. Los dueños del perro, Ron, su esposa Lisa y su pequeño Shane, estaban muy apegados a Belker, y estaban esperando un milagro.

Examine a Belker y descubrí que estaba muriendo de Cáncer. Le dije a la mencionada familia que no podíamos hacer ya nada por Belker, y me ofrecí para llevar cabo el procedimiento de eutanasia en su casa.

Hicimos los arreglos necesarios,  Ron y Lisa expresaron que sería buena idea que el niño de 6 años, Shane, observara el suceso. Ellos sintieron que Shane podría aprender algo de la experiencia.

Al día siguiente, sentí la familiar sensación en mi garganta cuando Belker fue rodeado por sus dueños. Shane se veía tranquilo, acariciaba al perro por última vez, y yo me preguntaba si él comprendía lo que estaba pasando.

En unos cuantos minutos, Belker se quedó dormido pacíficamente, para ya no despertar.

El pequeño niño pareció aceptar la transición de Belker sin ninguna dificultad o confusión. Nos sentamos todos por un momento, preguntándonos el porqué del lamentable hecho de que la vida de las mascotas sea más corta que la de los humanos.  

Shane, que había estado escuchando atentamente, dijo: ''yo sé porqué''.

Sorprendidos, todos volteamos a mirarlo. Lo que dijo a continuación me maravilló, nunca he escuchado una explicación más reconfortante que ésta. Tal momento cambió mi forma de ver la vida. 

El dijo: ''la gente viene al mundo para poder aprender cómo vivir una buena vida, cómo amar a los demás todo el tiempo y ser buenas personas, ¿verdad?

''Bueno, como los perros ya saben cómo hacer todo eso, pues no tienen que quedarse por tanto tiempo como nosotros''.

La moraleja, es:

Si un perro fuera tu maestro, aprenderías cosas como:
·        
     Cuando tus seres queridos llegan a casa, siempre corre a saludarlos.

·        Nunca dejes pasar una oportunidad para ir a pasear.

·        Deja que la experiencia del aire fresco y del viento en tu cara sea de puro Éxtasis.

·        Toma siestas.

·        Estírate antes de levantarte.

·        Corre, brinca y juega a diario.

·        Mejora tu atención y deja que la gente te toque.

·        Evita morder cuando un simple gruñido sería suficiente. 

·        En días cálidos, recuéstate sobre tu espalda en el pasto, patas abiertas.

·    Cuando haga mucho calor, toma mucha agua y recuéstate bajo la sombra de un árbol.

·        Cuando estés feliz, baila alrededor, y mueve todo tu cuerpo.

·        Deléitate en la alegría simple de una larga caminata.

·        Sé leal.

·        Nunca pretendas ser algo que no eres.

·        Si lo que quieres está enterrado, escarba hasta que lo encuentres.

·        Cuando alguien tenga un mal día, quédate en silencio, siéntate cerca y suavemente hazle sentir que estás ahí. 

"La felicidad no es una meta sino un camino...disfruta mientras lo recorres".

Te has preguntado, ¿por qué los perros viven menos que las personas?

Aquí puedes encontrar la respuesta, ofrecida por un niño de 6 años.

Siendo un Veterinario, fui llamado para examinar a un Sabueso Irlandés de 10 años de edad llamado Belker. Los dueños del perro, Ron, su esposa Lisa y su pequeño Shane, estaban muy apegados a Belker, y estaban esperando un milagro.

Examine a Belker y descubrí que estaba muriendo de Cáncer. Le dije a la mencionada familia que no podíamos hacer ya nada por Belker, y me ofrecí para llevar cabo el procedimiento de eutanasia en su casa.

Hicimos los arreglos necesarios,  Ron y Lisa expresaron que sería buena idea que el niño de 6 años, Shane, observara el suceso. Ellos sintieron que Shane podría aprender algo de la experiencia.

Al día siguiente, sentí la familiar sensación en mi garganta cuando Belker fue rodeado por sus dueños. Shane se veía tranquilo, acariciaba al perro por última vez, y yo me preguntaba si él comprendía lo que estaba pasando.

En unos cuantos minutos, Belker se quedó dormido pacíficamente, para ya no despertar.

El pequeño niño pareció aceptar la transición de Belker sin ninguna dificultad o confusión. Nos sentamos todos por un momento, preguntándonos el porqué del lamentable hecho de que la vida de las mascotas sea más corta que la de los humanos.  

Shane, que había estado escuchando atentamente, dijo: ''yo sé porqué''.

Sorprendidos, todos volteamos a mirarlo. Lo que dijo a continuación me maravilló, nunca he escuchado una explicación más reconfortante que ésta. Tal momento cambió mi forma de ver la vida. 

El dijo: ''la gente viene al mundo para poder aprender cómo vivir una buena vida, cómo amar a los demás todo el tiempo y ser buenas personas, ¿verdad?

''Bueno, como los perros ya saben cómo hacer todo eso, pues no tienen que quedarse por tanto tiempo como nosotros''.

La moraleja, es:

Si un perro fuera tu maestro, aprenderías cosas como:
·        
     Cuando tus seres queridos llegan a casa, siempre corre a saludarlos.

·        Nunca dejes pasar una oportunidad para ir a pasear.

·        Deja que la experiencia del aire fresco y del viento en tu cara sea de puro Éxtasis.

·        Toma siestas.

·        Estírate antes de levantarte.

·        Corre, brinca y juega a diario.

·        Mejora tu atención y deja que la gente te toque.

·        Evita morder cuando un simple gruñido sería suficiente. 

·        En días cálidos, recuéstate sobre tu espalda en el pasto, patas abiertas.

·    Cuando haga mucho calor, toma mucha agua y recuéstate bajo la sombra de un árbol.

·        Cuando estés feliz, baila alrededor, y mueve todo tu cuerpo.

·        Deléitate en la alegría simple de una larga caminata.

·        Sé leal.

·        Nunca pretendas ser algo que no eres.

·        Si lo que quieres está enterrado, escarba hasta que lo encuentres.

·        Cuando alguien tenga un mal día, quédate en silencio, siéntate cerca y suavemente hazle sentir que estás ahí. 

"La felicidad no es una meta sino un camino...disfruta mientras lo recorres". 

miércoles, 13 de julio de 2011

¿La intelectualidad tiene sentido en el mundo actual?

ELPAÍS.COM

REPORTAJE

Cuando éramos intelectuales

Una ambiciosa obra recorre el siglo XX a través de los pensadores (de Zola a Gide, de Sartre a Camus) involucrados en política - Su autor da por extinta a aquella raza

J. M. MARTÍ FONT - Barcelona - 28/10/2010

El intelectual, los intelectuales. Ese oráculo que interpretaba la realidad para el común de los mortales ya no existe. Al menos, tal y como se conoció durante el siglo pasado y, más concretamente, en Francia, verdadera patria del término. Jean-Paul Sartre los definía como alguien que se ocupaba de lo que no le importaba. La aparente boutade la suscribe el historiador Michel Winock (París, 1937), autor de la monumental El siglo de los intelectuales (Edhasa). Para él, el intelectual "es alguien que ha adquirido una cierta reputación por sus obras -casi siempre un escritor o filósofo- y la utiliza para intervenir en el campo político, que originalmente no es el suyo".
Michel Winock
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Michel Winock en Barcelona.- MARCEL·LÍ SÀEZ
En sentido estricto, la figura del intelectual nace a finales del XIX en Francia en torno al caso Dreyfus, aquel militar judío falsamente acusado de traición. Su caso lo denunció en la prensa el escritor Émile Zola con su famoso Yo acuso, detonante de una división en la sociedad francesa que marcaría el pensamiento político del siglo XX. Para Winock ya está en Voltaire y los filósofos de la Ilustración, pero es con el caso Dreyfus cuando nace el término que hasta entonces solo era un adjetivo. "Es Clemenceau, en enero de 1898, el primero que se refiere a 'esos intelectuales'. El concepto entra así en el lenguaje común".



Malraux pasa a la acción; en 1936 se suma al bando republicano
"Antes estaba en manos de pocos; ahora hay un intelectual colectivo"
El historiador Michel Winock divide la centuria en tres grandes épocas
La figura nace a finales del XIX, en el 'caso Dreyfus', con Zola y su 'Yo acuso'
Desde el primer momento los intelectuales toman partido. A Zola se le enfrenta el brillante Maurice Barrès, que parte del término para burlarse de él, aunque él mismo sea un intelectual... de derechas. "El caso Dreyfus es un caso de antisemitismo", explica Winock. "Pero el antisemitismo es accesorio. En realidad es la oposición entre quienes reivindican la verdad y la justicia -los valores universales- y los que dicen que lo que cuenta es la defensa de nuestra patria, del particularismo, los nacionalistas".

Winock divide su trabajo en tres grandes épocas. Al protagonizado por Zola y Barrès, sigue el inquietante periodo de entreguerras, con la gran figura carismática de André Gide. Es un momento en el que el intelectual se ve obligado a comprometerse más allá del papel. "Gide es un hombre de gran coraje, que se enfrenta al tabú de la homosexualidad -él mismo es homosexual-, que se atreve a criticar a la URSS pese a sus simpatías por el comunismo y que denuncia el colonialismo, hasta el punto que su libroViaje al Chad y al Congo, acaba forzando al ministro de las Colonias a retirar las concesiones". A Gide "le piden que no publique estas denuncias con todo tipo de argumentos, el poeta Ilia Ehrenburg llega a decirle que, incluso si es verdad su denuncia del estalinismo, no puede hacerlo público para no desmoralizar a quienes luchan contra los fascistas en la Guerra Civil española. Pero es valiente y lo hace".

Aunque quien realmente resuelve el dilema sobre si el intelectual debe pasar a la acción es André Malraux, que en 1936 se une al bando republicano en España como piloto de avión en la defensa de Madrid. "La mayoría de los intelectuales no son gente de acción, Malraux es todo lo contrario. Su papel en la Guerra Civil tal vez se haya exagerado, pero lo cierto es que hizo llegar aviones a la República pese a la política de no intervención que ataba las manos del Frente Popular en Francia y, aunque no sabía ni pilotar ni navegar, se comprometió en la operación que cerró el paso a la columna del general Asensio, asegurando la defensa de Madrid. Fue un gran propagandista que recogió fondos para la República, especialmente en una gira por Estados Unidos. Hay otros intelectuales que pasan a la acción, como el poeta René Char, muerto en la resistencia contra los nazis. Son figuras heroicas, pero no abundan, porque tampoco hay tantas oportunidades como la Guerra Civil española".
André Malraux
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André Malraux con uniforme de teniente coronel de la aviación 
republicana durante la Guerra Civil.
La tercera parte de El siglo de los intelectuales tiene a Sartre como protagonista. "Sartre, tal vez esté sobrevalorado, pero sigue siendo una referencia", explica. "Su desgracia, en lo que a la posteridad se refiere, es que acabó en el campo de los vencidos, porque fue filocomunista en los cincuenta e izquierdista en el 68; desarrolló la idea revolucionaria y la caída del comunismo lo puso en evidencia. Albert Camus hizo el camino contrario; desacreditado en vida, marginado por la izquierda y sus compañeros de viaje, reaparece ahora brillante porque él no se equivocó". Pero Winock defiende a Sartre. "No era solo un intelectual comprometido, también era un escritor y su prosa sigue siendo muy potente, magnífica, inteligente". Sartre murió en 1980. Camus había muerto 20 años antes. Raymond Aron, en 1983. Michel Foucault, en 1984. Bourdieu, en 2002. ¿Qué es lo que queda entonces de los intelectuales? "Mi tesis es que el intelectual clásico se ha acabado", responde Winock, "era una especie de guía, de profeta, como esos que hemos citado, maîtres à penser, y esto se ha acabado, de entrada porque hay una elevación del nivel de cultural de la sociedad. La historia de los intelectuales empieza en un periodo en el que muy pocos van a la universidad y la gente tiene necesidad de referencias superiores. Además hemos pasado por la revolución de la comunicación y ahora Internet permite a todo el mundo expresarse. La conclusión es que ya no son necesarios los intelectuales. Y en cuanto a defender grandes causas, ahora hay asociaciones de todo tipo que defienden causas precisas, parciales". "Si compara un periódico de la década de 1950", sugiere, "con uno actual, verá que ahora hay muchísimos debates y tribunas sobre temas muy diversos, con nombres que rápidamente se nos olvidan; son intelectuales anónimos. Antes la palabra estaba monopolizada por unos pocos, ahora hay un intelectual colectivo que puede expresarse cada día y lo hace por muchos medios". 

"Queda el intelectual mediático, como sería en caso de Bernard-Henri Lévy", admite, "y el intelectual específico, que en palabras de Foucault, es alguien que no habla de todo, sino que tiene una competencia sobre algo, e interviene sobre su competencia".

¿La intelectualidad tiene sentido en el mundo actual?

ELPAÍS.COM

REPORTAJE

Cuando éramos intelectuales


Una ambiciosa obra recorre el siglo XX a través de los pensadores (de Zola a Gide, de Sartre a Camus) involucrados en política - Su autor da por extinta a aquella raza



J. M. MARTÍ FONT - Barcelona - 28/10/2010

El intelectual, los intelectuales. Ese oráculo que interpretaba la realidad para el común de los mortales ya no existe. Al menos, tal y como se conoció durante el siglo pasado y, más concretamente, en Francia, verdadera patria del término. Jean-Paul Sartre los definía como alguien que se ocupaba de lo que no le importaba. La aparente boutade la suscribe el historiador Michel Winock (París, 1937), autor de la monumental El siglo de los intelectuales (Edhasa). Para él, el intelectual "es alguien que ha adquirido una cierta reputación por sus obras -casi siempre un escritor o filósofo- y la utiliza para intervenir en el campo político, que originalmente no es el suyo".


Michel Winock
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Michel Winock en Barcelona.- MARCEL·LÍ SÀEZ
En sentido estricto, la figura del intelectual nace a finales del XIX en Francia en torno al caso Dreyfus, aquel militar judío falsamente acusado de traición. Su caso lo denunció en la prensa el escritor Émile Zola con su famoso Yo acuso, detonante de una división en la sociedad francesa que marcaría el pensamiento político del siglo XX. Para Winock ya está en Voltaire y los filósofos de la Ilustración, pero es con el caso Dreyfus cuando nace el término que hasta entonces solo era un adjetivo. "Es Clemenceau, en enero de 1898, el primero que se refiere a 'esos intelectuales'. El concepto entra así en el lenguaje común".



Malraux pasa a la acción; en 1936 se suma al bando republicano
"Antes estaba en manos de pocos; ahora hay un intelectual colectivo"
El historiador Michel Winock divide la centuria en tres grandes épocas
La figura nace a finales del XIX, en el 'caso Dreyfus', con Zola y su 'Yo acuso'
Desde el primer momento los intelectuales toman partido. A Zola se le enfrenta el brillante Maurice Barrès, que parte del término para burlarse de él, aunque él mismo sea un intelectual... de derechas. "El caso Dreyfus es un caso de antisemitismo", explica Winock. "Pero el antisemitismo es accesorio. En realidad es la oposición entre quienes reivindican la verdad y la justicia -los valores universales- y los que dicen que lo que cuenta es la defensa de nuestra patria, del particularismo, los nacionalistas".

Winock divide su trabajo en tres grandes épocas. Al protagonizado por Zola y Barrès, sigue el inquietante periodo de entreguerras, con la gran figura carismática de André Gide. Es un momento en el que el intelectual se ve obligado a comprometerse más allá del papel. "Gide es un hombre de gran coraje, que se enfrenta al tabú de la homosexualidad -él mismo es homosexual-, que se atreve a criticar a la URSS pese a sus simpatías por el comunismo y que denuncia el colonialismo, hasta el punto que su libroViaje al Chad y al Congo, acaba forzando al ministro de las Colonias a retirar las concesiones". A Gide "le piden que no publique estas denuncias con todo tipo de argumentos, el poeta Ilia Ehrenburg llega a decirle que, incluso si es verdad su denuncia del estalinismo, no puede hacerlo público para no desmoralizar a quienes luchan contra los fascistas en la Guerra Civil española. Pero es valiente y lo hace".

Aunque quien realmente resuelve el dilema sobre si el intelectual debe pasar a la acción es André Malraux, que en 1936 se une al bando republicano en España como piloto de avión en la defensa de Madrid. "La mayoría de los intelectuales no son gente de acción, Malraux es todo lo contrario. Su papel en la Guerra Civil tal vez se haya exagerado, pero lo cierto es que hizo llegar aviones a la República pese a la política de no intervención que ataba las manos del Frente Popular en Francia y, aunque no sabía ni pilotar ni navegar, se comprometió en la operación que cerró el paso a la columna del general Asensio, asegurando la defensa de Madrid. Fue un gran propagandista que recogió fondos para la República, especialmente en una gira por Estados Unidos. Hay otros intelectuales que pasan a la acción, como el poeta René Char, muerto en la resistencia contra los nazis. Son figuras heroicas, pero no abundan, porque tampoco hay tantas oportunidades como la Guerra Civil española".


André Malraux
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André Malraux con uniforme de teniente coronel de la aviación 
republicana durante la Guerra Civil.
La tercera parte de El siglo de los intelectuales tiene a Sartre como protagonista. "Sartre, tal vez esté sobrevalorado, pero sigue siendo una referencia", explica. "Su desgracia, en lo que a la posteridad se refiere, es que acabó en el campo de los vencidos, porque fue filocomunista en los cincuenta e izquierdista en el 68; desarrolló la idea revolucionaria y la caída del comunismo lo puso en evidencia. Albert Camus hizo el camino contrario; desacreditado en vida, marginado por la izquierda y sus compañeros de viaje, reaparece ahora brillante porque él no se equivocó". Pero Winock defiende a Sartre. "No era solo un intelectual comprometido, también era un escritor y su prosa sigue siendo muy potente, magnífica, inteligente". Sartre murió en 1980. Camus había muerto 20 años antes. Raymond Aron, en 1983. Michel Foucault, en 1984. Bourdieu, en 2002. ¿Qué es lo que queda entonces de los intelectuales? "Mi tesis es que el intelectual clásico se ha acabado", responde Winock, "era una especie de guía, de profeta, como esos que hemos citado, maîtres à penser, y esto se ha acabado, de entrada porque hay una elevación del nivel de cultural de la sociedad. La historia de los intelectuales empieza en un periodo en el que muy pocos van a la universidad y la gente tiene necesidad de referencias superiores. Además hemos pasado por la revolución de la comunicación y ahora Internet permite a todo el mundo expresarse. La conclusión es que ya no son necesarios los intelectuales. Y en cuanto a defender grandes causas, ahora hay asociaciones de todo tipo que defienden causas precisas, parciales". "Si compara un periódico de la década de 1950", sugiere, "con uno actual, verá que ahora hay muchísimos debates y tribunas sobre temas muy diversos, con nombres que rápidamente se nos olvidan; son intelectuales anónimos. Antes la palabra estaba monopolizada por unos pocos, ahora hay un intelectual colectivo que puede expresarse cada día y lo hace por muchos medios". 

"Queda el intelectual mediático, como sería en caso de Bernard-Henri Lévy", admite, "y el intelectual específico, que en palabras de Foucault, es alguien que no habla de todo, sino que tiene una competencia sobre algo, e interviene sobre su competencia".