Julio César Herrera | En el centro de la Fundación Solidaria UPB los 300 niños reciben la atención de profesionales en áreas como nutrición, psicología y desarrollo personal. Foto en una de las clases lúdicas.
La universidad llega a San Blas
LAS INSTITUCIONES DE educación superior de la región abren sus puertas para recibir a los vecinos de los barrios o salen a buscarlos para ofrecerles servicios gratuitos. UPB es una de las que tiene proyecto solidario en el nororiente de Medellín.
Entre Laureles y San Blas no se pierde nada. El espíritu de la Universidad Pontificia Bolivariana llega intacto a la parte más alta de la comuna nororiental, donde hay una sede de la Fundación Solidaria de la institución.
Es la UPB del barrio, como le llaman en el sector. Sus estudiantes son 300 vecinitos que, a través de un convenio con el programa Buen Comienzo, son cuidados, educados y alimentados.
Las instalaciones son dos bloques donde los niños pasan las mañanas y las tardes. También han recibido allí a universitarios, alumnos del programa de Arquitectura que ayudaron con un diagnóstico para identificar mejoras al sitio.
Con lo que tienen, cuenta Daniel Medina, responsable de la Fundación, se presta servicio integral que apoya el desarrollo de los niños, como al menor el que llegó hace año y medio al centro. A causa de una enfermedad mental, a los tres años de edad aún se desplazaba gateando, pero hoy puede caminar y empezó a decir sus primeras palabras.
No siempre las noticias son buenas. Esta semana, por ejemplo, una de las estudiantes fue hospitalizada por desnutrición. Tenía parálisis cerebral y su madre, por sus condiciones económicas, no podía alimentarla bien.
Los profesionales que llevó la Fundación al sector son los que ayudaron identificar el caso.
A los más adultos también los atienden. En un salón de la parroquia 25 señoras se reúnen todas las semanas para aprender artesanías que les sirvan para ganar algún ingreso para la casa.
Por un convenio que tiene la Fundación de UPB con la del San Vicente de Paúl, Gloria Marín hace una hora de recorrido para llegar a San Blas y enseñarles a sus señoras alumnas a hacer portalápices, organizadores de ropa y maletas para llevar el fiambre en la bicicleta.
Marleny, una de las estudiantes, ya ha sacado los primeros provechos a lo que ha aprendido. Esa es la idea porque la profesora Gloria cree que el objetivo es que aprendan a construir cosas que les sirvan para ganar algo, no para decoración en su casa. Por eso, mencionó Daniel Medina, es que se hacen artículos con materiales que puedan ser fáciles de conseguir.
Ese mismo espíritu es el que se mantiene en los proyectos que crean con la asesoría de estudiantes y docentes de la Facultad de Diseño Industrial. Para mostrar las creaciones se está preparando una muestra en la sede de Laureles de la universidad.
En el proyecto que tiene la Fundación en San Blas colabora desde la administración central, hasta la cooperativa y los egresados de la Universidad Pontificia Bolivariana. También los vecinos, que siguen con la U en el barrio.
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La comunidad se forma
En la sede de la Fundación Solidaria de la Universidad Pontificia Bolivariana, en San Blas, se han formado en programas para el trabajo y el desarrollo humano 736 técnicos laborales.
Con ese mismo objetivo, el año pasado se consolidó un convenio con el Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena) en el que se escolarizaron 117 personas en técnicas de recreación, corte, cepillado y peluquería.
Daniel Medina, responsable de la Fundación, explicó que con la intención de continuar con la formación de la comunidad, a los que recibieron formación técnica se les ofreció la posibilidad de continuar con el nivel técnico profesional. Algunos de ellos están trabajando y estudiando en la UPB.
Una vez terminada la formación con el grupo de 25 mujeres que reciben clases para crear productos y manualidades, se abrirá una nueva convocatoria en los próximos meses.
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