Por Dr. Tanius Karam | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Academia de Comunicación y Cultura Universidad de la Ciudad de México ENSAYOLa semiótica es una disciplina que goza hoy de un mayor reconocimiento y aceptación en las comunidades científicas de lo que sucedía hace un par de décadas. La historia es relativamente reciente: la primera asociación internacional de semiótica data de finales de los sesenta y ya desde entonces ha habido un amplísimo campo de aplicación y desarrollo que provenía lo mismo de la filosofía que de las ciencias de la cultura, de la sociología y las ciencias de la comunicación. El desarrollo de la semiótica se institucionalizó en el surgimiento de asociaciones locales, continentales o internacionales como la Asociación Internacional de Semiótica o la Asociación Internacional de Semiótica Visual. El objetivo de estas líneas se mostrar algunas panorámicas sobre los usos y aplicaciones que tiene la semiótica para el campo de las ciencias de la comunicación (CC) y de manera especial la descripción de cómo ha sido el dialogo o la relación entre los supuestos peircianos y el pensamiento social sobre la comunicación masiva (CM). Así en primer lugar nos parece necesario hacer una breve descripción sobre qué significa estudiar, investigar y teorizar sobre comunicación colectiva. En la parte final presentaremos alguna propuesta concreta de tal manera que el lector puede seguir una aplicación concreta o un intento de reflexionar la CM desde Peirce. Ello no significa que las implicaciones de este autor se encuentren agotadas en el campo, todo lo contrario; Peirce, y justo una de nuestra hipótesis, ha sido subutilizado; creemos que uno de los retos en la teoría del siglo XXI será explorar todos sus aportes y posibilidades para la comunicología en su conjunto y no sólo para la comunicación colectiva, social (CS) o de masas (CM). Hoy día, no pocas escuelas, facultades donde se imparte comunicación (en su amplísima gama de nombres y rótulos) incluyen materias, cursos, seminarios y hasta talleres de semiótica que pretenden, en términos muy generales dar un marco general, una serie de herramientas teóricas y metodológicas para aplicarla en la comprensión de los fenómenos de comunicación que se presentan en varios ámbitos. Esto se encuentra en relación con lo que sucede en los propios libros de textos que analizamos adelante. Este trabajo tiene cuatro partes: tras la breve presentación sobre el estudio de la CM, abordaremos algunas cuestiones generales del pensamiento peirciano que son relevantes en la comprensión de las propuestas a la semiótica de la CM; describimos el tratamiento, uso y contexto en el que Peirce y su pensamiento aparecen en algunos libros de textos sobre teorías de comunicación y finalmente esbozamos a guisa de ejemplo, la propuesta semiótica K.B. Jensen que ha pretendido construirse desde la semiótica peirciana para la comprensión de los fenómenos de la CM. 1. UNA MIRADA A SALTO DE MATA: DEL PENSAMIENTO EN “COMUNICACIÓN” A LA TEORÍA DE LA COMUNICACIÓN COLECTIVA.Wynkin (en Bateson, 1984: 13 y ss.) ha hecho un resumen esclarecedor de la historia del concepto de comunicación en el que observamos los distintos sentidos dominantes que ha tenido a lo larho del tiempo. “Comunicar” y “comunicación” aparecen en la lengua francesa en la segunda mitad del siglo XIV. El sentido básico “participar en” está próximo al latín communicare (“communis”) que significa participar en común, poner en relación. Hasta el siglo XVI “comunicar y “comunicación están próximos a “comulgar” y “comunión”, termino más antiguos (s. X-XIII) pero procedentes también de comunicare. A estos términos puede asimilarse también el sustantivo francés communier, en el sentido de “propietario en común”. A partir de este sentido general de “participación de dos o varios”, en el siglo XVI aparece el sentido de “practicar” una noticia. Desde entonces hasta finales del siglo, “comunicar” comienza a significar también “transmitir”. Un siglo más tarde, el diccionario de Furètiere (1690) ofrece el ejemplo: “el imagen comunica su virtud al hierro”. De esta forma los usos que significan globalmente “participar”, “compartir” pasan progresivamente a un segundo plano para ceder en primer lugar a los usos centrados alrededor del hecho de la transmisión. Del círculo se pasa al segmento. Trenes, teléfonos y televisores se convierten sucesivamente en “medios de comunicación”. Conforme aparecen los llamados “medios” (media en inglés) el término se hace extensivo a la industria de la prensa, el cine, la radio y la televisión que en menos de 60 años consolidan la llamada “cultura de masas” (puedo poner pie sobre este concepto). En 1970 Grand Robert añade una nueva definición, “toda relación dinámica que interviene en funcionamiento y que recupera una línea de pensamiento en el campo de la comunicación, que se conoció como cibernética, “ciencia de la información” y tiene su origen en la obra de Wiener, un genio de las matemáticas Shannon, otro ingeniero en telecomunicaciones en la misma época que Wiener (1948) había propuesta un esquema de “sistema general de comunicación” que entiende como una cadena de elementos (fuentes de información, emisor, canal, receptor, destino); la claves del modelo es la palabra información, pero no entendida como “noticia” o informe” sino como un dato, una magnitud estadística que califica el mensaje independientemente de su significación; medida cuantitativa de la incertidumbre de un mensaje. Para Jesús Galindo (2003) las ciencias de la comunicación (o comunicología) ha sido fundada varias veces, pero ha tenido tres grandes nudos en su proceso de configuración y construcción. La primera fundación académica general de la comunicación es en relación a los medios de difusión masiva; el primer rostro que tiene el estudio de la comunicación son los medios masivos. El concepto de comunicación tiene una gran cantidad de configuraciones exteriores a los medios, baste con mencionar todo lo que implica la llamada comunicación interpersonal; pero no es ahí donde según Galindo se da la “segunda fundación”, ésta sucede en el espacio de la mirada hacia los movimientos, actores y situaciones propias de la segunda parte del siglo en el contexto de la mundialización galopante, en el marco de los llamados “Estudios Culturales” que llegaron desde las humanidades, se mezclaron con diversas ciencias sociales, y se han caracterizado por la multiplicidad de sus objetos y la velocidad con que observan y concluyen sobre cualquier cosa a partir de una base de principios constructivos que vienen de la izquierda académica, los movimientos contestatarios y una postura aparentemente abierta y plural. Retomemos el objeto de la comunicación colectiva: quienes estudiamos comunicación en su mayor parte lo hacíamos preocupados, pendientes o interesados por la dinámica de los medios de información a pesar de ellos nunca ha sido perfectamente definido. A finales de los setenta había solamente atisbos y distintos enjambres de autores y teorías; en el mejor de los casos se podía acudir a los readers producidos en EE.UU. Algunos de los primeros manuales en México, resumían estos núcleos en una celebre distribución tripartita que fue la columna en la formación de los programas de estudio en teorías de comunicación: funcionalismo, marxismo y estructuralismo; el primero procedente de las observaciones empírico positivas de escuelas norteamericanos con amplio interés en el estudio de los efectos de los medios; con un origen más o manos identificable en los supuestos de la escuela de Frankfurt y después en las variantes de la sociología crítica y su aplicación para el estudio de los medios, la ideología y el poder. Finalmente el estructuralismo en el que se resumía los aportes del pensamiento francófono en un repertorio de autores que solía incluir la línea francófona de la semiología (Sausurre, Greimas, Barthes, etc.) Cada una de estas corrientes tuvo sus vasos comunicantes y modos de transmisión en América Latina. El “paradigma dominante”, una perspectiva más empírico-positivista recibió un gran impulso desde el “Centro para la Investigación y la Enseñanza del Periodismo para América Latina” (CIESPAL) que fue un centro apoyado por la UNESCO para unificar la formación de escuela de periodismo y comunicación. Además los primeros estudiantes de posgrado en comunicación provenían de las universidades de EE.UU.; no pocas veces la literatura inaccesible o no traducida a nuestro idioma solamente se difundía en inglés y de hecho hay clásicos de pensamiento mediático que solamente pueden leerse en ese idioma. El estructuralismo entró rápidamente a la región vía Argentina mediante la creación del ‘Centro de Investigaciones Sociales del Instituto Torcuato Di Tella’, donde se formarían Luis Prieto y Eliseo Veron (quienes después partirían para Europa), cuya preocupación por la interpretación ideológica de los medios y su esfuerzo por conseguir una síntesis teórica entre psicoanálisis, marxismo y lingüística estructural, lograra una repercusión en toda Latinoamérica. En ese primer momento el estructuralismo dotó a los investigadores de la comunicación de un sistema para interpretar, analizar y reflexionar sobre el sistema de mensajes emitidos por los medios de información. Es decir, el estructuralismo quedó limitado al análisis de la comunicación como si ésta se redujera a un modelo mecánico emisor-código-mensaje-receptor. Finalmente el movimiento más complejo lo hizo el marxismo, la sociología crítica siguió una trayectoria más compleja: desde la teoría de la dependencia se dispersó a todas las ciencias sociales y con fuerza en un ambiente prevalecido por movimientos locales de emancipación encontró formas para estructurarse. Hay varios criterios para agrupar y analizar en su conjunto las teorías en comunicación social. Los primeros manuales de teorías que comenzaron a circular (Paoli 1977; Toussaint, 1975) hacia una división tripartita (funcionalismo, estructuralismo, marxismo) sólo justificable por la carencia que entonces había de marcos más sólidos y mayor sistemático; era a principios de los setenta, un marco en desarrollo era muy incipientes. En uno de los más recientes libros de textos sobre teoría de comunicación colectiva, su autor, José Carlos lozano agrupa las teorías de acuerdo a estos componentes: para el estudio de la emisión o producción se encuentran teorías como la “sociología de la producción de mensajes”, la economía política, el imperialismo cultural; para el estudio del contenido hay teorías como análisis del cultivo, establecimiento de la agenda, estudios semióticos; algunas de ellas también les preocupa la recepción a las cuales se suman la teoría de los usos y gratificaciones y los estudios culturales. Es obvio que estos cruces no son tan esquemáticos y puede haber desplazamientos más complejos, de hecho la tendencia en la producción y concepción de la comunicación apunta hacia la abstracción integral de estas dimensiones. Moragas en su Teorías de Comunicación hace agrupaciones por países, no por marcos. Rodrigo Alsina (2001), evoca una división tripartita un poco más desarrollada: interpretativa (Palo alto, Interaccionismo Simbólico, Goffman, construccionismo y etnometodología), perspectiva funcionalista (más o menos sin diferencia con respecto a los manuales mexicanos arriba mencionados) y la perspectiva crítica (Escuela de Frankfurt, economía política y estudios culturales. En un libro anterior del investigador catalán (1995) usa otros criterios para clasificar los modelos de la comunicación, Laswell, Shannon, Schramm, Jakobson y Maletze son los que explica y le sirven como base para exponer su propio modelo socio-semiótico. De las clasificaciones, la que nos parece más interesante es la que realiza Martín Serrano (1982) desde el punto de vista epistemológico. Las orientaciones que se han ocupado del estudio de los medios son la conductista y funcionalista que forma una orientación básicamente cuantitativa, biológica e instrumental de la comunicación; la orientación crítica que tiene en la Escuela de Frankfurt un primer intento por caracterizar a los medios como industrias cultural; desde entonces la corriente crítica ha sido muy activa y se han presentado variantes y subdivisiones con muy diversos cuños tanto culturológicos como más económicos o socio-políticos. Las corrientes cibernéticas, matemático-informacionales les ha interesado más la cuestión técnica del instrumento que sus consecuencias sociales o contenidos (Shannon, Weaver). Los especialistas de la comunicación han importado premisas del estructuralismo para el estudio del contenido, el discurso, la ideología y aunque éste ha funcionado como cuerpo amorfo que han tomado interesados en los fenómenos no ha tenido como centro de estudio los medios en sí y se ha orientado a las dimensiones simbólicas y culturales, o las lingüístico-semióticas. Otra epistemología de mucho interés para la ciencia de la comunicación es la sistémica que en el campo de la teoría de la comunicación se aplicado sobre todo para el análisis y estudio de la comunicación grupal e interpersonal. Martín Serrano (1981: 123) resumen en el siguiente cuadro el origen de los modelos en comunicación; los marcos epistemológicos más amplios en los que se observa claramente como el estudio de la comunicación se comparte con el de otros sistemas. En la columna derecha se ejemplifica alguno de los que suelen verse en los cursos de teoría, pero que pocas veces se profundiza sobre su genealogía y origen filosófico:
Este cuadro nos da un mapa general, observamos la convergencia de ciencias y enfoques que impiden cualquier reducción del fenómeno de la comunicación a los medios. Este mapa nos va ayudar a precisar un poco más la pertinencia y papel de Peirce en el marco más amplio de las teorías de la comunicación y cómo se relaciona con la comunicación social. 2. PREVIAS PIERCIANASLa vida de Charles Sanders Peirce (1839-1914) tuvo rasgos peculiares que corren camino paralelo a su enorme originalidad. Hijo de un célebre catedrático de matemáticas y astronomía en Harvard, Charles fue formado por las normas sociales y científicas de la época; se beneficiado intelectualmente de haber sido educado en las altas esferas de una sociedad urbana, que entonces estaba siendo forjada por la modernización política, económica y cultural. Peirce ingresó al mundo académico en una época en la que la filosofía pugnaba por convertirse en una profesión, mientras, de forma simultánea, todo el sector académico estaba luchando para reconciliar la ciencia y la religión. El pragmatismo fue una corriente de pensamiento que intentó conciliar la ciencia evolucionista con un punto de vista religioso; el lugar de reunión de tal esfuerzo era el Metaphysical Club de Cambridge donde se encontraban Peirce, James, y otros eruditos. Paradójicamente, los conflictos y dificultades con la comunidad académica explican el que poco se haya dedicado a esta actividad. Peirce ejerció la mayor parte de su vida laboral fuera de las universidades: la United Status Coasts y la Geodetic Survey. Tuvo una breve estancia en las John Hopkins University (donde fue profesor de lógica de tiempo parcial); en 1884 fue despedido sin quedar muy clara las razones. En 1914 murió en Pensylvania, alejado del resto de la ciencia y la sociedad; durante las tres últimas décadas de su vida impartió algunas conferencias ocasionales y escribió abundantemente ya que intentaba completar su sistema de semiótica, lógica y ciencia. Peirce planteó su filosofía de la práctica como una doctrina metodológica de lógica y ciencia. El contexto de producción, la pragmática imprime un sello a los modos de concebir la construcción de sentido dentro de la comunicación cognitiva que tiene efectos. Una de las contribución más importante de Peirce es la idea de la semiosis que concibe como “un proceso y el análisis semiótica es el estudio del funcionamiento de esas semiosis, ya sea a posterior, en una obra acabada, ya sean en el acto mismo de creación de la obra, desde el interior mismo del proceso semiótico” (Deladalle, 1996: 101). Peirce rompe con un conjunto de visiones que imperarían en el estructuralismo y funcionalismo, pues caracteriza a la semiosis como un proceso complejo e infinito de sucesivo encadenamientos de procesos de significación; cambia las concepciones que tenían la antropología y sociología del conocimiento y la acción social como cuestiones separadas; para Peirce no hay división entre cognición y acción; el conocimiento no es algo previo a la acción, sino que tiene en sí mismo una especie valor performativo. (Sánchez Estéves, 2001). Al igual que Kant, Peirce creía que nuestra comprensión considera que los objetos son reales, aun cuando las categorías propuestas por Kant que Peirce semiotizó, fuesen condiciones de posibilidad para tal comprensión. De lo que se desprende Peirce es la hipótesis de que las categorías, junto con las mentes y las cosas que ellas median, son elementos que constituyen la realidad. Primera, Segunda y Tercera son los aspectos mínimos de un realismo triádico. Peirce transforma los a priori kantianos en a priori sociales y subraya la estructura del conocimiento como experiencia social. En ese sentido hay un fuerte contenido comunicativo en su estructura y configuración. De los conceptos o temas más citados de Peirce es la división entre deducción-inducción-abducción que se relaciona conprimeridad-secundaridad-terceridad. Sin innumerables los textos del autor en lo que Peirce describe estos elementos así como las terminologías que usa para referirse a ellos. Los nombres son en principio nombres genéricos: en principio indican solamente una relación de orden entre ellos. Pero después Peirce incluye otras propiedades: a la primeridad pertenecen cualidades sensibles y las apariencias, tales como el color y la dureza; a la segundidad le pertenece la experiencia de un acción o reacción sin tomar en cuenta su carácter intencional (v.g la experiencia de un ruido que actúa sobre el silencio) y a la terceridad le pertenece los signos, en los que se relacionan tres cosas: el objeto, el signo interpretando y el signo mismo orepresentamen.Estas tiene un poder organizador en la propia lógica y semiótica, son categorías articulan la semiósis, la división de la semiótica, los tipos de signos, los tipos de argumentos (inducción, deducción, abducción). En la abducción se juega la terceridad que subsume y supera Primeridad y Secundaridad. En la deducción hay los juicios perceptivos acerca de lo que tiene que ser la lógica tradicional más clásica. La inducción es más operativa, se maneja en el campo de la experimentación y la probabilidad lógica del descubrimiento. La abducción abre el horizonte de a lógica: no se puede ser lógica si no se ensueña; o que está en juego es la expectación de la inducción como nueva realidad. La abducción o produce nuevas verdades sino comportamientos. La sugerencia abductiva no se impone, viene a nosotros como un relámpago, como intuición falible: se trata de juntar lo que no habíamos soñado articulado de esa forma; “comunicar” aspectos extrapolables de la realidad. Ello significa nuevas formas de comportarse, actuar e intervenir. A Peirce le interesó poco destacar los aspectos formales y generales de la representación y en este sentido las condiciones necesarias para que algo funcione como signo, sus reflexiones se centran en los aspectos fundacionales. Por ello el uso efectivo de los signos, su intercambio en el proceso comunicativo no fue del todo objeto de sus consideraciones, excepto como los efectos que los signos producen en una mente y que queda recodito en sus clasificaciones de los interpretantes a las que ya aludí anteriormente; por eso los escasos comentarios de Peirce directamente sobre la comunicación se sitúan en este contexto de los interpretantes y de la teoría. Sin embargo para Rivas (2001) parece totalmente legítimo extender su modelo triádico al análisis de la comunicación, aunque evidentemente el fundamento de la comunicación no es el mismo que el de la representación. Rivas quiere ver en los componentes del proceso de comunicación (emisor-mensaje-receptor) formas que pueden sustituirse por las primeridad-secundaridad y terceridad peirciana. El acto comunicativo es la relación entre un emisor (primero) y un destinatario (segundo); pero esta relación se realiza a través de la mediación de un tercero (un mensaje). Sin mensaje es difícil concebir cómo se puede establecer la relación entre emisor / destinatario. Así el mensaje depende de cómo el emisor codifica sus intenciones comunicativas con el objeto que el destinatario pueda reconocerlas y comprenderlas. El mensaje es el mediador entre emisor y destinatario. El mensaje como tal tiene en cuenta al destinatario al que va dirigido, y es el emisor, por tener en cuenta esta direccionalidad, el que le da forma. La comunicación como tal sería una relación entre tres En el siguiente apartado queremos ubicar a Peirce y la semiótica de tal cuño dentro de las teorías en comunicación; caracterizaremos la inclusión de Peirce para describir cómo aparece referido en algunos libros de texto y manuales de teorías de comunicación dentro de una muestra que hemos seleccionado. 3. CHARLES SANDERS PEIRCE EN LAS TEORÍAS DE COMUNICACIÓN SOCIALLa semiótica encabezada por Peirce ha abierto infinidad de vetas en la filosofía de la ciencia y el lenguaje que en principio parecen ser el vertedero natural de la contribución de este autor. Su influencia constituye la magna vertiente anglosajona de la que se desprenden la corriente de Wittgenstein, la vinculada al lenguaje formal de la lógica en Morris, Ogden y Richards, Frege, Russel y Carnap por mencionar algunos. Figuras claves de la investigación interdisciplinaria como Chomski y R. Jakobson acreditan a Peirce influencia en sus ideas; no es poco decir para las teoría de comunicación social toda vez que uno de los modelos más utilizados es el de Jakobson. Desde la lingüística otra obra que se ha visto muy influencia por Peirce fue M.A.K Halliday (1982) que se refiere al uso del lenguaje en contexto como semiótica social. Como queremos probar más adelante esta influencia no sólo continúa sino que prácticamente para el campo de la comunicación social podemos decir que inicia. La relación entre comunicación y semiótica es conocida y es definida desde Morris en sus Bases de la teoría de los signos (1938) en una serie de publicaciones dedicas al positivismo lógico. Para Morris la ciencia de la semiosis extiende su ámbito de estudio no sólo a los signos y sus significados, no sólo a los sistemas en los que los signos se organizan, sino también a los distintos usos que hacemos de los signos, y en definitiva a cómo nos comunicamos con ellos. Así, la semiótica tiene por objeto estudiar no sólo qué son los signos, su naturaleza, sus clases y tipos sino también y de manera especial la función como instaurador de sentido y facilitador de relaciones comunicativas, configurador de universos culturales Hemos querido hacer una lectura de varios libros de textos en teorías de comunicación a la luz del tratamiento que es objeto la figura, obra y pensamiento de Peirce. De entrada podemos señalar que los textos no profundizan sobre la teoría peirciana; no hay descripciones a la definición de signo, tipologías de signo, alusiones amplias a su concepción triádica del signo y las formas como la idea de primeridad, secundaridad y terceridad puede aplicarse a una sustancia . La primera actitud enunciativa de estos textos es no citar o mencionar a Peirce (Lozano 1995, Sfez 2003, Rodrigo Alsina 2001, Moragas 1981); la razón que atribuimos son los objetivos de cada libro y la propia formación que uno y otro puede tener. En el caso de Lozano una mirada muy sociológica con respecto a los medios y sus fenómenos desde una formación muy empírica que ha tenido el autor; algo parecido sucede con Moragas quien usa en su libro un criterio de agrupación por país, así al reflexionar sobre la teoría de la comunicación en masas de los EE.UU. ni remotamente usa Peirce ya que a contrasentido, lo que ha privado es un enfoque más positivista y empírico. El libro de Sfez se trata de un ensayo más amplio en el que el autor quiere describir una visión personal de la comunicación a través de hacer algunas menciones a ciertas teorías, más que presentar un estado de la cuestión. Nos ha llamado poderosamente la atención el caso de Rodrigo Alsina quien en otros documentos (1995) presenta una propuesta citando a Peirce desde lo que él llama el modelo socio-semiótico de la comunicación; Rodrigo Alsina no parece considerar apropiada la mención a Peirce quizá por la caracterización que hace de ciertos procesas para lo cual la referencia al filósofo no lo considera pertinentes. Este es un hecho: cómo Peirce orienta en el caso de los textos la argumentación hacia otros objetos, así aquellos libros que por criterios funcionales describen con determinados objetivos pragmáticos, el señalamiento al lógico no es conducente. Unos de los espacios enunciativos recurrentes en el señalamiento de nuestro autor es sobre la distinción entre semiología y semiótica y notas a la historia de estos términos donde el filósofo pragmático aparece referido con diversos grados de especificación. Aquí también encontramos un uso que a algún filósofo puede parece anárquico pero que en la teoría social de la comunicación se puede explicar por el uso indistinto (salvo algunas excepciones) que hay de los términos. Baylon y Mignot (1994: 26) señalan como estas diferenciaciones terminológicas poco han hecho para profundizar en algún tipo de debate y más que zanjar la cuestión la dejan como cuestión de diferencia en el vocabulario. Uno de los mejores ejemplos para ilustrar esta “confusión” terminológica lo tenemos en uno de los primeros libros aparecidos en castellano con la mención a la ‘semiótica’ en otro texto de Moragas (1976) procedente de su tesis doctoral donde el autor realiza un “análisis semiótico” del contenido de la radio catalán; a pesar de la connotación peirciana del término apenas se le cita en su fundamentación y la argumentación sigue un recorrido mas semiológico (Sausurre, Buyssens, Hjemslev, Barthes etc.). Los dos compatriotas que hemos seleccionado en esta muestra, contra lo que esperábamos hace un señalamiento amplio que resume en parte la caracterización dominante. Peirce aparece en su referencia en su relación a las ciencias a las ciencias del lenguaje o preocupaciones sobre el contenido de los medios Mc Quail (1997) o de la filosofía del lenguaje (De Fleur, 2001). Este “uso dominante” daría estatuto de participación en el debate por esa vía del lenguaje en primer lugar y luego en el sentido y la significación, pegado a explicaciones y debates en torno más que al estructuralismo mismo, al lenguaje, el signo, el código. Los modelos lingüísticos gozaron de mucho éxito porque se veían como instrumentos para descodificar el poder ideológico de los mensajes; la contribución de los formalistas, la obra Propp, el modelo actancial de Greimas y de manera especial Jakobson son importante para estas teorías. En ese sentido es Francia parece ser el lugar principal de este encuentro entre la CC y las del lenguaje con sus modelos semiológicos que no se restringían a una preocupación formal por el lenguaje. Creemos de cualquier forma que el entuerto terminológico entre semiótica / semiología ha sido en parte resuelto por la “semiótica italiana” en la obra de Fabbri y sobre todo Eco quien de entrada usan el término peirciano y toman como punto de partida aspectos cotidianos de la vida cultural ; para Eco (1976) la semiótica estudia los procesos culturales como procesos de comunicación. En esta perspectiva se trata de abordar a los medios de comunicación con una perspectiva que supera el dato, la información cuantitativa o bien la estructura formal de los mensajes como criterio único para conocer el contenido de los medios y dar paso al estudio de los sentidos. Una de las caracterizaciones que nos parecen más “adecuadas” desde el punto de vista enunciativo es la que hace Mattelart (1997) en su historia sobre las teorías. El editor ha usado como estrategia discursiva la de insertar recuadros que acompañan el hilo central del recorrido que hace Mattelart. Peirce aparece en un recuadro en un capitulo referido a la tradición empírica en los EE.UU, los mass communication research, la sociología funcionalista y algunas de las célebres teorías que emergieron en ese contexto como la teoría del “doble flujo” (two step flor model) y los nuevos debates al mediar el siglo XX. ¿Cómo incluir a Peirce en este contexto? Imposible. Peirce aparece como lo que en realidad es, un inclasificable dentro de las teorías de la comunicación; un ser aparte, desconocido y oculto para la mayoría de los teóricos y en proceso de descubrimiento y aplicación. 3. LA SEMIÓTICA SOCIAL DE LA COMUNICACIÓN DE MASAS: LA PROPUESTA DE KLAUS BRUHN JENSENAceptamos la hipótesis que Peirce es pertinente en la teorización de la comunicación social; encontramos en la semiótica social de Jensen una teoría para probar tal asesto. Ello no significa sea la realización más acabada o eficiente, pero es una teoría construida desde sus cimientos en Peirce. Ahora bien Jensen mismo en una entrevista especifica el grado de esta influencia en Peirce a quien reconoce como deudor de algunas de sus ideas; sin embargo: “[…] Me ha influido más en un nivel general el trabajo de Peirce y otros pragmáticos americanos, pienso que hay mucho que ganar de esa tradición, especialmente como un campo para la ciencia, no tanto para generar procedimientos analíticos específicos, sino más cuando miras el trabajo epistemológico en la investigación” (Flores, 2001: 134).Kart Burhn Jensen (KBJ) (Aarhus, Dinamarca 1956) entró al estudio de la comunicación desde la lingüística y los estudios literarios; es doctor por la universidad de su ciudad natal en estudios de medios; se ha especializado en investigación de la recepción, teoría de la comunicación e historia de los medios; actualmente trabaja como profesor e investigador en el departamento de cinematografía y estudios de medios en la Universidad de Copenhague. El elemento definitorio de la propuesta de este autor es su ambición por conjuntar la mirada humanista y las ciencias sociales. Jensen afirma que las humanidades le han proporcionado una concepción de la comunicación de masas (CM) definida como una práctica cultural que produce y hacer circular significados en contextos sociales. Su propuesta (semiótica social) persigue entender los procesos de construcción del significado, entendido como un fenómeno social discursivo. El autor pretende un análisis integral de la audiencia de los medios masivos, esto lo hace al combinar a los enfoque que tradicionalmente estudian la recepción, los aportes de las metodologías para el análisis de contenido (orientación cuantitativa) y de discurso (orientación cualitativa) de los sistemas de mensajes. Jensen afirma que el punto focal de los estudios de recepción es justamente la interacción entre audiencia y mensaje, entendida como el lugar central de la producción de significado . De las influencias reconocidas por KJB, se encuentra la lingüística funcional de Halliday (1982), el modelo actancial de Greimas; posteriormente la tradición de estudios culturales ingleses con Stuart Hall y David Morley quien como Jensen han hecho análisis sobre recepción y consumo de medios masivos a la cabeza. La influencia de los pragmatistas norteamericanos W. James y J. Dewey es clara y de Peirce ha tomado aquellos aspectos generales que le permiten la caracterización de su objeto y método que se ven claramente en la obra central de su reflexión teórica (Jensen 1997) en el que desarrolla las bases de una teoría socio-semiótica de la CM. Se trata de una reflexión sobre las cuestiones discursivas, epistemológicas y metodológicas en la investigación de los fenómenos de la comunicación. En este esfuerzo resulta muy clara la influencia pierciana con cuyos conceptos intenta desarrollar un enfoque integral para relacionar los signos, el individuos y la sociedad. El autor desea presentar una propuesta que use los repertorio de la semiótica y las ciencias sociales con la finalidad de tener un marco que le ayude en estudio empíricos de la recepción de medios. Jensen sigue la orientación de la sociología comprensiva de Weber: una ciencia que intenta la comprensión interpretativa de la acción social para llegar a una explicación causal de su curso y efectos. Para cumplir tal objetivo es necesario realizar un análisis de la semiosis en tanto proceso discursivo inserto en prácticas sociales. De entrada señala que el análisis de la comunicación colectiva no reside únicamente en los medios, sus organizaciones o discursos, sino en las prácticas sociales y culturales que constituyen la producción, transmisión y recepción de la información social. Ciertamente los medios masivos pueden usar recursos autoritarios para circular y legitimar determinados significados sociales; del mismo modo la producción de los medios y recepción se encuentran sujetas a una serie de reglas de interpretación y conductas específicas en torno a los cuales esta teoría de la semiótica social debe discurrir y ofrecer elementos. En la definición de la sociedad sigue una metaforización triádica que recupera en su estructura a Peirce y a la teoría de la estructuración de Giddens (y su concepto de “doble hermenéutica”) en cuanto que el concepto de sociedad no como sistema casi biológico o físico, sino como unas prácticas que tienen elementos en común e instituciones integradas en la política, economía y cultura. Los medios pueden configurar las formas de integración (social y sistémica) y contribuir a nuevas formas de interacción social entre las esferas públicas y privadas. La integración social se ve como semiosis, la cual sirve para articular las posiciones específicas del sujeto y los conflictos. La sociedad del significado es triádica. Acción (Interpretante) Estructura Medios (objetos) (signos) La comprensión de las ciencias de la comunicación (CC) como una variedad de semiosis social constituye un nuevo punto de partida de los estudios de la comunicación porque proporciona una especificación conceptual y una confirmación metodológica de la manera de estudiar la comunicación de masas como una práctica discursiva en un contexto social. La comunicación masiva (CM) es una forma de reflexividad tecnológica e institucionalizada que produce y hace circular el significado en las sociedades, por eso el primer aspecto es definir el concepto de cultura que en lo general recupera mucho de la propia definición de Williams y sobre todo a cuidar que la teoría social de la comunicación no caiga en cualquier dualidad o dicotomía de la cultura (alta cultura / cultura popular). Las dimensiones de lo cultural es lo que Jensen llama el “tiempo dentro” (TD) y el “tiempo fuera” (TF). La teoría de la semiótica social define a la comunicación de masas como una institución que produce y hace circular significado en la sociedad a través de prácticas interrelacionadas de TD y TF. Si el elementos característico de la CM es el proceso semiótico y la práctica social que surge de la interacción entre los medios de comunicación y las audiencias, entonces la recepción, lo usos sociales y los contextos culturales de los medios cobran importancia para la investigación. Las condiciones preliminares de la semiosis son los (a) recursos tecnológicos; (b) las bases económicas de la CM, previstas en los marcos políticos y legislativos, configuran la diversidad y formas históricas específicas de la CM; (c) el nivel desarrollo organizativo que incluye el grado de profesionalización y burocratización. En esta semiosis social los medios de comunicación no son los únicos generadores del sentido en la sociedad del significad; éste fluye desde las instituciones sociales existentes y los contextos cotidianos, vía profesionales de los medios y audiencias, hacia los propios MC y no viceversa. El centro de la CM y su investigación no reside en los MC como tales, sino en el seno de los discursos, las prácticas y las instituciones en cuya reproducción participan los medios. La investigación de los medios debe centrarse en el estudio de la contribución de los medios a la semiósis social. Jensen (1997: 106) resume en la siguiente tabla los constituyentes de su teoría, los cuales agruparían el conjunto de preocupaciones que interesa a esta teoría y que de hecho Jensen realiza en la segunda parte de su obra.
La Primeridad está constituida a nivel epistémico por el discurso. La hipótesis ha consistido en que el lenguaje es el medio de intercambio entre los humanos y la realidad, en los procesos de percepción, cognición y acción. Discursos y contenido remite a dos tradiciones que convergen en una dimensión constituyente de los medios formados por la “primeridad sígnica”. La semiótica trasciende esta posición al prestar atención a otros sistemas semióticos y al estudio no sólo “obras” religiosas o literarias sino también los usos sociales y contextuales de los signos. El discurso es el uso del lenguaje otro sistemas semióticos en contexto sociales, incluyendo las prácticas reflexivas. Se deja ver con este el giro lingüístico de la filosofía y las ciencias sociales que aglutina en algún sentido los estudios del discurso, el análisis del discurso. Se tiene como sustento la dimensión pragmática del lenguaje, el lenguaje como un tipo de acción social que remite a la obra de Austin y Searle. El discurso de los medios de comunicación establecen los constituyentes de los medios en esta semiótica social. En terminología semiótica, los discursos de los medios con los signos que, al dirigirse a las audiencias, general interpretante que predisponen las audiencias a actúan en su contexto social e histórico. La Secundaridad puede definirse mediante las instituciones, como formas recurrentes de acción social a las que los agentes humanos atribuyen significado. La vida cotidiana se entrecruza con los modelos que resulta el comportamiento de sus habitantes. Las instituciones poseen ciertas características; es decir, una realidad externa e intersubjetiva, poder coactivo, autoridad moral historia. El lenguaje es una categoría de institución. Uno de los aspectos que más interesa a las teorías de comunicación es justamente la relación medios-contexto; entendido éste último como con-texto, es decir, configuración de textos o discursos que también son “leídos” en el proceso de dar sentido a los propios medios. Uno de los aspectos que más interesa a la teoría de la semiótica social es describir estos constituyentes del contexto. Jensen ha trabajado lo que es recepción de noticias como práctica orientada hacia las instituciones políticas de la esfera pública. Las prácticas son actividades de significado, formas de acción social que se recontextualizan como significativas en contexto específicos. La acción social articula la acción y representa la estructura en formas de significado que se prestan a modelos de investigación. La semiótica examen la contribución específica de la CC a las prácticas del tiempo-dentro y fuera de la cultura. La CC es una práctica cultural que hace posible otra acción social. La Terceridad puede verse en las prácticas sociales como actividades de significado o formas de acción social que se recontextualizan como significativas en contextos determinados. La semiótica social de la CM examina la contribución específica de la comunicación de masas a las prácticas del TD y TF de la cultural. La CM es una práctica cultura que hace posible otra acción social. Mediante el análisis de estas tres instancias se trata de comprender la semiosis social y las mediaciones que realizan los medios de información. Los constituyentes de los medios, de las audiencias y del contexto proporcionan interrelaciones conceptuales entre el discurso teórico, la realidad empírica y los estudios concretos. En su conjunto la semiótica social quiere dar cuenta de esas interrelaciones entre estos tres niveles (medios, contexto, audiencia) y como producen la semiosis en la sociedad del significado. La teoría y la metodología tiene por finalidad dar cuenta de estos vasos comunicantes y explicitar los niveles de significación, para lo que la estructura peirciana es fundamental, toda vez que es fundante de la teoría y metodología misma. Las teorías culturales (sobre todo la tradición de los Cutural Studies que sigue Jensen) han hecho hincapié en que la subjetividad es una condición de la acción social, los procesos de construcción de sentido de los grupos y actores sociales. La acción exige una posición o sentido de identidad en relación a unos fines y medios sociales. La subjetividad no es una contaminación del conocimiento científico que se deba evitar, sino una condición para la reflexividad. La línea general del estudio de esta Terceridad elabora la concepción pragmática de a relación signos- creencias- acciones. En el mundo de Peirce la CM contribuye al mantenimiento de un “hombre-signo” que centra la acción social que incluye el inconsciente y las formas prácticas de la conciencia. Además los interpretantes proporcionan una categoría que media entre la subjetividad y la acción social. La categoría de interpretantes ayuda a distinguir y relaciona tres momentos de la semiosis: el significado potencial estructural del discurso de los medios; el significado real situación que producen en las audiencias y el significado interpretativo con unas consecuencias que van más allá del contexto de recepción inmediato. Con la obra de Jensen queda claramente demostrado cómo la semiótica de tradición pierciana puede apoyar una ciencia social de los signos y acción aplicada a la comunicación colectiva, aun cuando el propio autor de los Collected…no continuó las consecuencias para la sociedad y la cultura; la semiótica social puede especificar la máxima del pragmatismo, que el significado es una diferencia que establece una diferencia, con referencia simultáneamente a la estructura discursiva, variación interpretativa y formas de interacción social (Jensen, 1997: 112). Un ejemplo de lo anterior es la publicidad en tanto portador de significados y transmisión de formas concretas de interacción. Por una parte el discurso publicitario implica las prácticas de comprar / vender en una economía de mercado; por la otra, representa a las instituciones de las diferentes esferas sociales que hace una referencia concreta a bienes y servicios permiten a las audiencias negociar los papeles de consumidor, empleado, ciudadano. Este mismo análisis básico puede hacerse con otros géneros de la CM, como otro tema que le interesa muchísimo a Jensen, la recepción televisiva. Hemos querido en este artículo mostrar una aplicación y actualización de la obra de Peirce al campo de la comunicación social. La propuesta de Jensen no significa ser la única, pero sí una de las que más ha explorado la constitución de la teoría misma con las categorías peircianas y que nos parece interesante, además, por provenir de un país del que al menos en América Latina tenemos poca información sobre la reflexión y propuesta en el campo de las teorías estrictamente de comunicación de masas. REFERENCIAS DOCUMENTALES
¿CÓMO CITAR ESTE TEXTO?KARAM, Tanius (2004). La Semiótica de Ch. S. Pierce en el Campo de la Comunicación Social. Texto publicado en laRevista Comunicologí@: indicios y conjeturas, Publicación Electrónica del Departamento de Comunicación de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México,Primera Época, Número 1, Primavera 2004, disponible en: http://revistacomunicologia.org/index.php?option=com_content&task=view&id=37&Itemid=90 |
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viernes, 28 de enero de 2011
La Semiótica de Ch.S.Peirce en el Campo de las Teorías de Comunicación Social
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